Joludi Blog

Ene 5
La Luna.
Una nave china se ha posado sobre la cara oculta de la Luna. Es la hermosa noticia de estos días.
Pero, ¿cómo es que la Luna tiene una cara oculta? Si la Luna está rotando sobre sí misma, al igual que la Tierra y los restantes planetas,...

La Luna.

Una nave china se ha posado sobre la cara oculta de la Luna. Es la hermosa noticia de estos días.

Pero, ¿cómo es que la Luna tiene una cara oculta? Si la Luna está rotando sobre sí misma, al igual que la Tierra y los restantes planetas, ¿cómo es que tiene una cara que no vemos nunca?

Marta me hace esta lógica pregunta.

Le contesto que la rotación del satélite está sincronizada con la de nuestro planeta, de forma que el par Tierra/Luna se asemeja a dos patinadores sobre hielo que dan vueltas y vueltas, unidos por sus brazos, sin dejar nunca de mirarse el uno al otro. 

La cuestión más peliaguda es saber por qué precisamente se da esta sincronización.

Más o menos se puede responder diciendo que la gravedad de la Tierra modificó, a lo largo de millones de años, la forma del satélite, creando una ligera protuberancia en su superficie. Sobre esa protuberancia, la atracción ejercida por la tierra es más intensa, de modo que, con el tiempo, se ha formado una especie de cadena que parte justamente desde ese punto y actúa uniendo a la Luna con la Tierra y haciendo posible el misterioso movimiento solidario.

Mirar a la luna, cualquier noche, es en sí mismo un acto mágico. 

Pese a las explicaciones racionales, no deja de ser evocador pensar que el satélite danza en el clielo en perfecta sincronía con nosotros. Sin darnos jamás la espalda. 

Hay en ello una verdad poética que trasciende a la verdad astronómica.


The winter coming on.
Estos días, en las secciones económicas de los diarios se repite una y otra vez la frasecita de marras: “el invierno está llegando” o, en su versión inglesa “winter is coming”.
Leerás por todas partes la expresión que Juego de...

The winter coming on.

Estos días, en las secciones económicas de los diarios se repite una y otra vez la frasecita de marras: “el invierno está llegando” o, en su versión inglesa “winter is coming”. 

Leerás por todas partes la expresión que Juego de Tronos popularizó, para indicar ahora que se acercan tiempos muy duros, en lo económico principalmente. 

El colmo es que incluso el rubicundo idiota de la Avenida Pensilvania también ha tenido a bien usar este mismo meme para dar forma al inconcebible poster que ha mandado editar y distribuir, en el que se usa, además, la misma tipografía de la serie televisiva (pero sustituyendo la amenaza invernal por las sanciones económicas con las que el muy majadero achucha a medio mundo; sugiero al lector que lo busque y se pasme).

Así que la frasecita que da título al primer episodio de Juego de Tronos, versión TV, ha hecho gran fortuna. Incluso en la Casa Blanca.

Acaso ha hecho fortuna la expresión porque lo del invierno que se aproxima recoge muy bien el Zeitgeist actual, hecho de una ansiedad colectiva y ambiental, que los poderosos se encargan de incentivar metódicamente y en su propio interés.

Pero el origen del meme no está en la obra de George R.R. Martin, sino en Shakespeare, como tantas cosas. 

En Enrique V, el rey le pide al duque de Exeter, que refuerce las defensas ante el inminente ataque de los franceses.

The winter coming on–le avisa el rey a su tío-and sickness is growing upon our soldiers…

El invierno se nos echa encima. 

Y la peste progresa entre la tropa…

Ese y no otro es el problema. 

La peste del miedo. Con o sin invierno.


Ene 3
El monstruo que crea monstruos.
El primer decreto que firma el nuevo mandamás del Brasil es el aumento (en un 4% que es más bien simbólico; apenas 8 dólares más al mes) del salario mínimo.
Es una fórmula bien probada. Lo mismo hizo Vargas–que es en...

El monstruo que crea monstruos.

El primer decreto que firma el nuevo mandamás del Brasil es el aumento (en un 4% que es más bien simbólico; apenas 8 dólares más al mes) del salario mínimo. 

Es una fórmula bien probada. Lo mismo hizo Vargas–que es en buena medida el innegable modelo de Bolsonaro–allá por 1950 (aunque en aquella ocasión el aumento del salario mínimo que ordenó el ínclito Getúlio fue del 100%). 

Sabe bien cómo manipular a la gente este nuevo teócrata del Palácio do Planalto, que ha ganado las elecciones enviando no menos de 50 millones de mensajes diarios durante muchos meses. 

50 millones de whatsapps, instagrams, etc…Incluyendo falaces montajes de vídeo y noticias genuinamente fakes sobre inmigrantes, violencia e ideología de género.

¿Cuándo nos daremos cuenta de que hemos creado un monstruo que crea monstruos?


Ene 1
Optimismo.
En una reciente entrevista, le preguntan a un famoso cardiólogo qué es lo que hay que hacer para aumentar el buen el ánimo y el optimismo, que se han demostrado decisivos para la salud cardiovascular.
El muy eminente doctor responde al...

Optimismo.

En una reciente entrevista, le preguntan a un famoso cardiólogo qué es lo que hay que hacer para aumentar el buen el ánimo y el optimismo, que se han demostrado decisivos para la salud cardiovascular. 

El muy eminente doctor responde al vuelo: no leer noticias.

Puede que tenga razón. Pero quizá le faltó mencionar también el inmenso flujo de información negativa que nos llega por los móviles y las redes sociales.

En la nueva sociedad hiperconectada en la que vivimos en el primer mundo, con billones de páginas de diarios on line consultadas a diario y una infinitud de mensajes circulando entre los móviles, es posible que el pesimismo sea el resultado neto del exceso de información. La sorprendente correlación entre bienestar y pesimismo, que deja perplejos a los sociólogos, tal vez se explique por esta hiperinformación que viene a ser un efecto colateral del desarrollo económico.

Al fin y al cabo, lo positivo casi nunca es noticia. 

Un mensaje o un vídeo en el que se indique, por ejemplo, que en el día de ayer 137.000 personas han salido de la pobreza (lo cual es estadísticamente cierto), no tiene casi ninguna opción de viralizarse.

A más bienestar, más información. Y a más información, más pesimismo

Esto explicaría que en buena parte de la Unión Europea, según los sondeos de opinión, menos del 10% de los ciudadanos piensen que el mundo va a mejor.

Porque en realidad es al revés. Exactamente al revés. 

Pese a los gobernantes majaderos. 

Pese a las catástrofes naturales. 

Pese al Brexit. 

Pese los Trump, a los Orban, a los Bolsonaros, a los Salvinis.

Pese a los zotes y a los azotes que nos dirigen. O que aspiran a hacerlo.

Pese a la incertidumbre económica. Pese al cambio climático. Pese a los crímenes espantosos y la violencia sin sentido. 

Pese a todo ello…el mundo va a mejor. 

A escala planetaria, la esperanza de vida ha pasado en poco más de un siglo de los 30 años a los 71, y llega a 80 en los países más desarrollados. 

Las plagas históricas de la Humanidad, como la malaria, la viruela, el cólera, la peste o la neumonía, están controladas, cuando no erradicadas. 

La tasa de pobreza extrema ha experimentado un descenso del 75% en los últimos 30 años. El 90% de los menores de 20 años del mundo saben leer. Existen aún muchas hambrunas y muchos conflictos bélicos, pero la comparación es sumamente favorable si miramos hacia atrás tan solo 50 o 100 años.

Por lo tanto, un buen propósito para el 2019 podría ser reducir, tanto como se pueda, la hiperinmersión informativa. Abstenerse en lo posible de consultar el móvil cada minuto. Dedicar menos tiempo a mirar noticias on line y mucho más a leer buenos libros. Sustituir hasta donde se pueda el facebook o el whatsapp por los apretones de manos, los paseos en compañía y los abrazos. 

Tenemos que poner freno a este disparate de la hiperinformación.

Tenemos que volver al mundo real, que no es ni mucho menos tan malo como se nos presenta en las pantallas de los móviles o los ordenadores. 

Ahí fuera existe una realidad que es mucho mejor de lo que esas pantallas nos están sugiriendo.

Necesitamos seguir creyendo en el futuro. Y dejar de dar crédito a lo que se nos dice a cada instante por mil y un canales. Incluido este mismo blog, que tú, amable lector, estás leyendo ahora. Y desde el que te envío mis mejores votos para un año de renovado optimismo. Hay razones para ello.


Dic 30
Rosie the Riveter en Navidad.
La consejería de igualdad y diversidad del Ayuntamiento de La Coruña, ha enviado la felicitación de Navidad que aquí reproduzco.
La mayoría de la gente lo que está viendo en esa ilustración es un grupo tres mujeres que...

Rosie the Riveter en Navidad.

La consejería de igualdad y diversidad del Ayuntamiento de La Coruña, ha enviado la felicitación de Navidad que aquí reproduzco.

La mayoría de la gente lo que está viendo en esa ilustración es un grupo tres mujeres que hacen un corte de mangas, una de ellas tocada con el hijab musulmán. 

Y esto está provocando gran escándalo. Se ha hecho viral, como no podía ser de otro modo.

En realidad, se diría que el audaz y voluntarioso diseñador ha tratado tan solo de mostrar a tres mujeres, de diferentes etnias, mostrando sus biceps, y sugiriendo con ello la energía necesaria para cambiar el mundo, más allá de las barreras de género o raza. 

Es una evocación/declinación (supongo que totalmente pretendida) del famoso poster llamado “Rosie the Riveter”, creado por Howard Miller, para uso interno de la Westinghouse, que allá por 1943 pretendía estimular la incorporación de la mano de obra femenina a la industria de armas norteamericana.

Pero el equívoco es evidente. Y, el pastiche resultante es un ejemplo de pobre diseño que acaso conseguirá fines opuestos a los muy loables que se buscaban. 

Darle medios y alcance a un mal diseñador viene a ser como poner un revolver magnum 45 en manos de un chimpancé. 

Por cierto, la ilustración también viene acompañada de una frase que se atribuye a Margaret Mead, pero que no existe prueba alguna de que haya sido escrita realmente por la famosa antropóloga. Y que además, pásmate, cuenta con protección intelectual a favor de cierto Instituto de Estudios Interculturales, que exige permiso para que pueda ser utilizada…

Pero es una frase bonita, ciertamente. Consuela del pésimo diseño.


Liminalidad y Communitas.
“Feliz entrada y salida del año”, decía mi abuelo por estas fechas, “que entres con buen pie en el nuevo año” solía añadir…Y yo sigo escuchando estos benévolos y curiosos votos que nos hablan de transición, de paso agónico...

Liminalidad y Communitas.

Feliz entrada y salida del año”, decía mi abuelo por estas fechas, “que entres con buen pie en el nuevo año” solía añadir…Y yo sigo escuchando estos benévolos y curiosos votos que nos hablan de transición, de paso agónico de un estado a otro.

Es evidente entonces que la clave no es celebrar un año nuevo, sino conjurar la amenaza que el cambio en sí mismo implica.

Los festejos de Nochevieja son un ejemplo de esa institución antropológica universal que son los ritos de paso.

La ley suprema de la vida es la regeneración. Pero para que cada regeneración se produzca, tiene que haber muerte. Por eso el ser humano tiende a ritualizar (sacralizar) los pasos de una fase a otra de la existencia, aunque se trate de algo tan trivial como un cambio en el calendario. 

La ritualización de las transiciones es necesaria para aliviar el pánico que todo cambio produce. Porque no hay nada más peligroso que el momento liminal, esto es, el período mismo de la transformación, ese instante decisivo al que los griegos llamaban, crisisκρίσις, que es palabra derivada en última instancia de criκρί, cebada y tiene relación con la labor de separar-con criterio-el grano de la paja; con la labor de transformar lo que ya no vale en algo valioso. 

El riesgo no está en el vuelo, sino en el aterrizaje. Y en el despegue.

El peligro acaso no está en los ríos, sino en los puentes. 

Por eso los antiguos romanos llamaban al sumo sacerdote pontífice máximo, hacedor o protector de los puentes.

Pero los ritos de paso suelen ser actos colectivos, como lo serán esos festejos callejeros que tendrán lugar dentro de unas horas en las calles y plazas de medio mundo. 

La liminalidad requiere colectividad, ceremonia compartida… 

Los iniciados han de iniciarse juntos. 

En el rito masivo liminal (de limen, umbral) desaparecen las barreras de status y todos, sin distinción de clases, se agrupan para cruzar unidos el limen, el umbral. Todos a la calle, aunque la noche sea fría y hostil.

La primera crisis y el primer gran riesgo de la vida, al que seguirá una larga sucesión de momentos críticos, es el parto, que hasta no hace mucho era el momento más peligroso en la biografía del individuo. 

La última crisis y el supremo riesgo será el combate agónico para abandonar este mundo y pasar al otro.

Y entre ambos momentos liminales, muchas transformaciones y muchos ritos colectivos de paso como el que hacemos cada fin de año.

Toda fiesta de Nochevieja es un recuerdo de que, en el fondo, seguimos siendo seres primitivos, supersticiosos, asustados ante el milagro inexplicable de la muerte y regeneración de las cosas. Somos seres necesitados de  mutualizar nuestro temor, y así neutralizarlo. Y de hacerlo mediante celebraciones rituales colectivas. 

Esto último, este sentido de communitas de los ritos de paso, como el que tendrá lugar dentro de unas horas, no deja de ser encomiable, en un mundo donde cada vez nos sentimos más aislados.  

Quizá eso sea lo que merece la pena celebrar.

Feliz entrada y salida del año, por tanto.


Dic 25
Autoestima colectiva.
Los de Pew Research han hecho otra de sus sumamente interesantes investigaciones sociológicas. Han consultado a personas de toda Europa sobre si consideran mejor o peor su cultura nacional que las de los restantes países.
El...

Autoestima colectiva.

Los de Pew Research han hecho otra de sus sumamente interesantes investigaciones sociológicas. Han consultado a personas de toda Europa sobre si consideran mejor o peor su cultura nacional que las de los restantes países.

El resultado ha mostrado que países como Portugal o el Reino Unido muestran un perfil bastante equilibrado. En esos dos países, la mitad de la población considera que su cultura es superior, mientras que la otra mitad considera que es inferior. Yo creo que esto sugiere una especie de objetividad o sentido común en la ponderación de los valores que se consideran propios.

Donde parece existir un problema es en Grecia y en España, precisamente. 

En el caso de los griegos, el 80% se consideran superiores. No está mal. Esto debe tener relación con la convicción de que son los hijos de Platón y Pericles, por más que es obvio que el elemento humano que hoy en día puebla la Hélade, tras siglos de oleadas de invasiones y éxodos no tiene ni la más remota relación con aquellos griegos de la época dorada del Atica.

En cuanto a los españoles, 4 de cada 5 pensamos que nuestra cultura es inferior. Este es un hecho notable y que contrasta con una de las frases candidatas a Estupidez del Año 2018, a saber, la que dijo cierto preboste respecto a que la hispanización del continente americano podría considerarse el momento cumbre de la historia humana (o algo parecido)…

O sea que, como país, tenemos un problema de autoestima colectiva. Lo cual es muy preocupante. Porque ya sabemos que la falta de autoestima, en el plano individual, además de ser la clave de la desdicha, provoca ansiedad y miedo. Y el miedo suele provocar la ira y la agresividad. 

¿Puede ocurrir lo mismo en el ámbito colectivo?

Necesitamos entonces algo así como una terapia colectiva. 

El problema es que nadie sabe como diablos se puede hacer eso. 

Y da la impresión en tanto no aparezca la terapia, el país va a seguir saboteándose a sí mismo.


Rex Inutilis
A punto de cruzar felizmente la frontera portuguesa, que ya iba siendo hora, me vienen a la mente las muchas innovaciones que debemos a nuestros vecinos, tan adelantados a nosotros en muchos aspectos históricos.
Una de ellas, entre las...

Rex Inutilis

A punto de cruzar felizmente la frontera portuguesa, que ya iba siendo hora, me vienen a la mente las muchas innovaciones que debemos a nuestros vecinos, tan adelantados a nosotros en muchos aspectos históricos.

Una de ellas, entre las decenas que se me ocurren, fue la famosa declaración oficial de un rey-concretamente Sancho II- como “inútil”.

Esto se hizo hace nada menos que ocho siglos. 

Toda una pista para nuestros tiempos.

Es verdad que la declaración la realizó el Papado, del que Portugal era en buena medida por entonces un reino tributario (como tantos otros), pero se hizo esa declaración a instancias de los portugueses hartos de su monarca. 

También es verdad que el motivo de la declaración era la dejadez de Sancho en la misión que le había encomendado Roma, a saber, arrebatar de una vez por todas el Algarve a los musulmanes. Pero no es menos cierto que la bula que oficializaba al monarca portugués como “Rex Inutilis” se fundamentaba en la convicción de que ese rey era decididamente “simplex”, es decir, imbécil.

Así es. En 1245, Inocencio IV comunicaba al mundo, urbi et orbi, que el rey de Portugal era un Rey Inútil. 

Y liberaba, con esa declaración, a todos sus súbditos del juramento de fidelidad a su corona, lo que equivalía en la práctica a cesarlo sin remedio. Sancho II, el rey oficialmente inútil, hubo de hacer mutis por el foro y acabar sus días exiliado, en Toledo. Cobraba así carta de naturaleza el verdadero precedente del Derecho Internacional Público moderno y se ponían los cimientos de la Teoría de la Deposición, que justifica la rebelión contra aquel gobernante cuyos actos no benefician a la res publica.

Le he contado este importante pasaje de la historia portuguesa a Marta, que al hilo del discurso real de anoche me ha preguntado si considero que la monarquía es algo útil.

Yo tengo la tentación, inspirándome en las huellas de aquellos lusitanos del siglo XIII, de decir que todo rey es, por definición un rex inutilis. 

Y me asombra que, al parecer, la mayoría de mis conciudadanos no sientan la misma verguenza que yo siento por el hecho de que mi país no sea, a estas alturas, una república más del mundo. Como la portuguesa, sin ir más lejos.

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Dic 24
Feliz smartphone apagado.
El magnífico spot de Ikea, emitido durante estas fechas navideñas y del que creo que no se ha hablado lo suficiente, es un ejemplo de una nueva forma de publicidad que está emergiendo ahora, a saber, la publicidad que se...

Feliz smartphone apagado.

El magnífico spot de Ikea, emitido durante estas fechas navideñas y del que creo que no se ha hablado lo suficiente, es un ejemplo de una nueva forma de publicidad que está emergiendo ahora, a saber, la publicidad que se focaliza en la asociación de la marca con determinados valores humanos, en detrimento del rollo habitual sobre especificaciones, superioridad sobre la competencia y demás zarandajas de las que la gente desconfía cada vez más. En Estados Unidos, ya hay marcas cuya publicidad se limita simplemente a posicionarse abiertamente frente al majadero que ocupa la Casa Blanca. Bien por ellas.

El mencionado spot de Ikea plantea creativamente la contradicción de una sociedad que se hiperconecta vitualmente a través de los smartphones pero que al mismo tiempo camina hacia una desconexión total en lo relativo a las verdaderas relaciones sociales o familiares. Las cenas y celebraciones navideñas, con los comensales consultando a cada instante sus terminales, son el ámbito en el que la contradicción se hace más evidente.

Un estudio de Wiko sobre una muestra de 2000 personas entre 18 y 65 años nos ha hecho saber que el 63% de los españoles reconoce usar el móvil en plena cena de Nochebuena. Y esto no nos debe extrañar; recordemos esa investigación que en Estados Unidos detectó que 1 de cada 10 norteamericanos reconoce haber enviado mensajes durante una relación sexual. 

¿Habrá alguna forma de poner freno a todo esto? He aquí un excelente asunto para analizar conjuntamente durante la cena de esta noche. 

Si es que los whatsapps, los tweets y los instagram permiten intercambiar alguna frase que otra entre los alienados comensales.

El mundo virtual está desplazando al real. Por eso, cuando la gente no encuentra su móvil siente pánico en un 73% de los casos; desesperación en el 14%, malestar en el 7%…

Yo creo que pertenezco al 6% restante. 

Al grupo de los que sienten alivio.


Virgilio, Santa Brígida y el Caganer..
¿De dónde nace la tradición del belén navideño?–me pregunta Mercedes mientras paseamos por El Escorial, viendo ese Nacimiento a grandezza naturale que el Ayuntamiento del Real Sitio se obstina en instalar cada...

Virgilio, Santa Brígida y el Caganer..

¿De dónde nace la tradición del belén navideño?–me pregunta Mercedes mientras paseamos por El Escorial, viendo ese Nacimiento a grandezza naturale que el Ayuntamiento del Real Sitio se obstina en instalar cada año por todas las calles y plazas de la localidad–¿por qué pervive durante siglos la extraña iconografía de ese niño salvador, nacido de una virgen, tendido desnudo sobre las pajas de un comedero de animales, y rodeado de dos criaturas de granja?

Pues–le contesto –en realidad, esta iconografía forma parte de un ciclo mitológico antiquísimo que adopta incontables formas. El mismo formato (es decir, bebé desamparado, nacido de forma sobrenatural (de una virgen, de una roca, de un árbol), criado en cuevas, en clandestinidad, o asistido por animales, que viene a redimir y salvar el mundo con poderes divinos o semidivinos, lo encontramos en Gilgamesh, en Zeus, en Hermes, en Adonis, en Tammuz.  en Dionisos, en Mitra…por citar solo unos pocos ejemplos que encajan entre sí casi a la perfección.

A ese arquetipo casi universal, el puer eternus, el niño divino junguiano, contribuye nada menos que Virgilio, el gran poeta de guardia y “líder de opinión” durante los cuatro o cinco siglos en los que va germinando en el Imperio Romano la religión de Cristo. Uno de sus poemas, como bien sabía Dante y nos aclaró Lactancio, tenía un aire extrañamente profético (escrito en torno al 40 a.c.) e inspiró por ello la tradición cristiana del nacimiento en el pesebre. Una tradición promovida y oficializada por el Emperador Constantino en el siglo IV y teatralizada en forma de “Belén” muchos siglos después por San Francisco de Asis, en una colina de Umbría.

La Egloga IV de las Bucólicas de Virgilio comienza dando una buena nueva anunciada por la profecía (Cumae venit). La buena nueva es el nacimiento de un niño (nascenti puero), bajado del cielo (nova progenies caelo demittitur alto) de madre virgen (iam redit et Virgo), que cambiará el orden de los siglos (ab integro saeclorum nascitur ordo), que pondrá fin a la edad de hierro (quo ferrea primum desinet), que inaugurará la de edad oro (surget gens aurea mundo), que nos redimirá de nuestros pecados (sceleris vestigia nostri) y que, en fin, traerá la paz a todo el orbe (pacatumque reget patriis virtutibus orbem).

–De acuerdo-sigue cuestionando Mercedes-pero ¿por qué el niño está solo y desnudo, tendido en la paja del comedero, y no en brazos de su madre, que sería lo más lógico? ¿y qué pintan el buey y el asno? ¿y por qué están los Reyes Magos? ¿son una aportación de la fantasía popular?

–No exactamente. Todo lo que has citado es sesuda elaboración teológica, aunque ciertamente se diría que se trata de puros elementos fantásticos tradicionales. Muchos elementos ya están sugeridos en  uno de los evangelios apócrifos, el de Juan, concretamente, que fue muy popular entre las primeras comunidades cristianas. La idea del niño tendido en el comedero y totalmente desnudo se la debemos a Brígida, la santa sueca que viajó ¡con 68 años y en el siglo XIV!, a Tierra Santa , y concibió allí, tal vez inspirada por textos de Origenes y Celso, el formato visual del Nacimiento, tal como ahora lo conocemos (un día hablaremos de esta fascinante Brigitte Birgersdotter y de sus misteriosas visiones). Tal vez intuía Santa Brígida que la desnudez y el aislamiento del bebé era más coherente con su protagonismo como “redentor” antisistema, podríamos decir, y con el valor simbólico de su encarnación, que si el niño estuviese en convencionales brazos maternos. En cuanto al buey, el asno y el comedero, los teólogos los vinculan a un pasaje bíblico en el que el Isaías fustigaba al pueblo de Israel por no conocer al Señor, su amo, y por hacer caso omiso del alimento espiritual del que Yahvé les proveía. En realidad, en el Evangelio de Mateo (al que con Lucas debemos todos los diferentes-y muy contradictorios- elementos de la narración navideña cristiana) parece haber una obsesión por buscar confirmación de antiguas profecías bíblicas. Insiste Mateo en ello tres o cuatro veces al menos. Es interesante.

–¿Y las estrellas, los pastores, los tres magos de oriente?

Como es bien sabido, las estrellas subrayan el origen divino del niño, los pastores simbolizan la redención de los más humildes, y los magi de oriente, entendidos como preceptores de príncipes mesopotámicos, dan idea de la universalidad y del poder supremo del recién nacido, el rey de los reyes (especialmente de los reyes precisamente que cautivaron al pueblo de Israel). De alguna manera, como te he dicho, el narrador evangélico, ya sea canónico o apocrifo, introduce todos estos elementos para justificar que se cumple, si bien de forma un tanto ambigua, lo previsto en las Escrituras.

–¿Y qué me dices del caganer de los belenes catalanes?, me pregunta por fin Mercedes cuando ya nos disponemos a volver a casa. No me irás a decir que esto viene de la Torah…

Ese es un tema peliagudo. Te confieso que es algo que me desorienta. Pienso que acaso tiene relación con la idea de la abundancia que se vincula a la Navidad y a las antiguas fiestas paganas del solsticio de invierno.

–¿El caganer significa abundancia?

Abundancia. Fecundidad. Y acaso avaricia, según nos sugiere el psicoanálisis. Existe una cierta relación entre lo escatológico y el dinero, ese estiércol del diablo, en palabras de Papini. En el medievo, ya encontramos en los textos de Donato o Casiodoro la luego divulgada idea según la cual se puede obtener oro del estiércol (aurum colligere de stercore). Una idea que, por cierto, también tiene su origen en un poema de Virgilio..concretamente…

–Casi mejor me lo cuentas otro día.

Y nos vamos en silencio, caminando de vuelta, mientras a lo lejos suena un villancico en inglés…