Joludi Blog

Abr 28
Google y la peste.
Aunque no supe interpretarlas, lo cierto es que yo recibí noticias mucho antes que los medios de comunicación sobre la mal llamada “peste porcina” (digo mal llamada parece que el virus no proviene ni se contagia por los cerdos,...

Google y la peste.

Aunque no supe interpretarlas, lo cierto es que yo recibí noticias mucho antes que los medios de comunicación sobre la mal llamada “peste porcina” (digo mal llamada parece que el virus no proviene ni se contagia por los cerdos, sino que simplemente se parece, en la estructura de algunas proteinas, a ciertos virus que afectan al ganado porcino).
Lo cierto es que través del servicio Google Analytics, comprobé hace más de un mes que muchos de mis amables lectores mejicanos se interesaban inusualmente por mis notas relativas a la epidemia de Peste Negra del siglo XIV, en Europa.
Este tema de la peste es recurrente en mi blog, vaya usted a saber por qué. 
He escrito a menudo sobre el asunto en los dos últimos años. 
Hay de todo. Desde un recientísimo post del 10 de abril pasado en el que hablé de la errónea denominación de gripe española para referirse a la gran epidemia de 1917, hasta una mención del 12 de Junio del año pasado sobre la importancia de la peste transmitida por la pulga en el debilitamiento del Imperio bizantino y la consiguiente emergencia del Islam. También he escrito sobre la peste negra y los gatos o sobre la peste negra y Venecia, o sobre la peste negra y el efecto mariposa… Incluso el 25 de Febrero del año pasado me dio por componer un breve cuentecito sobre la peste y el miedo, titulado Las Murallas de Jaipur. Querido lector, soy un doctor en pestes, a lo que parece…
Así que, dada mi obsesión en torno al asunto (que solo un buen psicoanalista podría alcanzar a comprender), asumí como algo intrascendente las numerosas visitas mejicanas a esos posts de mi blog. Simplemente pensé que algún lector mejicano habría hecho referencia en algún sitio a alguno de mis numerosos post en torno a este tema.
Pero la realidad es que el interés que yo detecté por la peste tenía su origen en la preocupación que estaba naciendo en Mexico en torno a la posible epidemia. La gente de allá escribía en el buscador “peste” y, ocasionalmente, Google les enviaba, pobrecitos, a mi blog. Lógicamente no supe interpretar el fenómeno.
Es fascinante, pero esto demuestra que Google puede saber cosas mucho antes que los medios de comunicación.
Si mañana, en un país africano, un médico detecta que un paciente puede tener Ebola, lo más seguro es que acuda a Google para informarse. Quizá llame por teléfono a un colega, que hará lo mismo. Y en apenas una hora, Google podrá comenzar detectar un inusual aumento de las búsquedas relativas al Ebola en esa zona de Africa. Y, con las correspondientes herramientas de análisis, podrá extraer conclusiones. Por lo tanto, mucho antes de que los medios de comunicación estén al corriente, Google habrá estado en condiciones de intuir lo que estaba ocurriendo.
Asombroso el poder del buscador. Algunos lo ven también como una peste. Y quizá si no se controla lo acabe siendo.