
Fins als collons!
En 1873, España sufría de tres guerras distintas y simultáneas, varios intentos de golpe de Estado (el 23 de Febrero y el 23 de Abril por ejemplo), un cambio de Régimen y una huelga revolucionaria, entre otras minucias.
Por un lado, desde cinco años atrás se combatía en la llamada Guerra Larga de Filipinas, que duró diez años y concluyó con esa paz que tenía el apropiado nombre de Zanjón. Un año antes, había estallado la Tercera Guerra Carlista. En Junio, comenzó la Guerra Cantonal, con un depauperado ejército lanzado a combatir el secesionismo que proliferaba por todas partes. Incluso un pueblo toledano, Camuñas, y otro murciano, Jumilla, se declararon independientes. Este último, no contento con su independencia, estuvo a punto de declarar la guerra a todas las naciones vecinas. En particular, a la “nación” vecina murciana. Declararon que si el expansionismo murciano proseguía, no dejarían “en Murcia piedra sobre piedra”…Toma castañas cirivicundia.
Es bien sabido que el rey postizo que teníamos al comenzar aquel año terrible de 1873 , el pobre Amadeo de Saboya, se largó de aquí diciendo aquello tan memorable y preciso de “Questo paese é ingobernabile!”.
Pero aún más expresivo fue nuestro primer Presidente de la República, el catalán Estanislao Figueras. Llegó un momento en el que él tampoco pudo aguantar más y dimitió. No sin antes pronunciar, en su lengua materna, una de las frases más memorables de la Historia, por lo sincera. Creo que no hace falta traducirla: “Senyors, ja no aguanto més. Vaig a ser-los franc: estic fins als collons de tots nosaltres!”
Dicho esto, Figueras se fue a dar un paseo por el parque del Retiro y luego cogió el primer tren que salía de la estación de Atocha.
No bajó hasta llegar a París. Estaba hasta los collons.