El escultor Mirón, el del discóbolo, para entendernos, se enamoró de la famosa Lais, tan admirada por su belleza como por su ingenio. El problema es que Lais era joven, y Mirón tenía ya 70 años. Rechazado, Mirón pensó, erróneamente que era por las canas abundantes que peinaba. Así que se tiñó el pelo y a la mañana siguiente se presentó de nuevo ante Lais, confiando en su éxito. Pero su destino estaba escrito. -Cómo podría darte hoy a tí lo que ayer le negué a tu padre-le dijo Lais a Mirón, con una sonrisa en la boca…