Intereses.
Italia agoniza por los altísimos intereses de su enorme Deuda Pública. Quien a hierro mata…Porque fueron los italianos precisamente quienes, hace algunos siglos, descubrieron para Europa el refinadísimo arte de cobrar intereses y dignificar la usura (hasta entonces estrictamente privativa de los judíos, que nunca la satanizaron, por supuesto). Y lo hicieron aquellos italianos enfrentándose a la prohibición eclesiástica, lo que ya tiene mérito en esas tierras. Comenzaron con las letras de cambio, que eran una habilísima manera de cobrar intereses sin cobrarlos.
La letra de cambio permitía a aquellos financieros florentinos cobrar fuertes intereses sin violar ninguna de las normas eclesiásticas antiusura y sin enfrentarse a las fuertes condenas de la actividad bancaria que había realizado Concilio Laterano primero y del de Lyon después.
Pongamos un ejemplo. Un mercader de Pisa debía viajar a Barcelona, por mar. Tenía necesidad de ducados, para comprar mercancía en la ciudad condal. Entonces acudía a un banquero florentino y compraba con florines una letra de cambio que le permitiría recibir en la sucursal de Barcelona el equivalente exacto en ducados (subrayo lo de “exacto”). Aparentemente no había intereses, ni comisiones cambiarias. Todo irreprochable.
Pero, ojo, el viaje a Barcelona implicaba varias semanas. Por lo tanto, el banco florentino disponía de una importante cantidad durante medio mes o más. Sin pagar un centavo al depositario. Y he puesto como ejemplo Barcelona, que estaba cerquita. Pensemos en Flandes, o Londres…
Ah, el dinero, o sea el interés, como el amor y la guerra, siempre se abre camino…De la forma más insospechada.
