Joludi Blog

Nov 15
Mas versos y menos prozac.
Cada día surgen nuevas iniciativas orientadas a estudiar las posibilidades terapéuticas de la poesía en relación con ese terrible mal de nuestro tiempo, la depresión, que ya afecta a nada menos que un 13% de los europeos y...

Mas versos y menos prozac.

Cada día surgen nuevas iniciativas orientadas a estudiar las posibilidades terapéuticas de la poesía en relación con ese terrible mal de nuestro tiempo, la depresión, que ya afecta a nada menos que un 13% de los europeos y un 14% de norteamericanos (aunque en Estados Unidos los negros y los hispanos presentan tasas tres o cuatro veces más bajas).  

Esto de la poesía para aliviar la tristeza del alma es una variante de una vieja idea, la de que las palabras curan las enfermedades espirituales. 

Ahora incluso ha surgido una revista especializada, The Journal of Poetry Therapy. Sus promotores están convencidos de que lo que hace falta a la Humanidad es más versos y menos prozac. También ha aparecido un espléndido blog aquí mismo, en Tumblr, dedicado a este fascinante asunto. 

La idea de que las palabras, o más bien los versos, pueden curar es antiquísima, y ya está esbozada, por ejemplo, en los grandes creadores de la tragedia griega. En el Prometeo Encadenado de Esquilo se apunta a menudo la idea de que las palabras sabias son las que pueden calmar la enfermedad de la cólera. Y Eurípides pone en boca de Fedra que las canciones, las palabras mágicas (la poesía, por tanto) es algo que está ahí para traer la calma, y que ella será la que encuentre ese bálsamo…

Todo esto es plenamente coherente con los viejos mitos órficos, que en esencia trataban sobre el misterioso poder de la música para influir sobre el corazón herido (y la noción de música en Orfeo es algo realmente inseparable de la poesía o los encantamientos verbales rítmicos). 

Esta idea fue la que penetró profundamente en la cultura de Occidente. Ni siquiera el cristianismo fue capaz de neutralizarla. En el siglo IV d.c, el patriarca Atanasio se quejaba amargamente de la pervivencia de la costumbre pagana de comprar y vender por las calles de Alejandría los versos mágicos de Orfeo… 

En todo caso, a mí me parece que hay cierta dosis de justicia cósmica en todo este asunto.

Durante siglos, la melancolía parece haber pagado, ay, impagables servicios a la poesía. 

Entonces, ya era hora de que la poesía empezase a devolver su crédito a la melancolía…


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