Vomitiva, literalmente.
La celebérrima campaña del jabón Dove (bueno, el posicionamiento de Dove es no autodenominarse jamás así, sino “moisturizing cream” o “beauty bar”, ah, siempre el extraño poder atribuido a las palabras, por todas partes), nació de una curiosa investigación sociológica.
La gente de márketing de Dove comisionó a la Universidad de Harvard para que estudiase los niveles de autoestima física de la mujer media. El resultado fue una colosal investigación que reunió datos de 3.200 mujeres en 10 países. Y las conclusiones fueron espeluznantes: solo el 2% de esas mujeres se consideraban hermosas, y bastante más de la mitad de ellas se veían gordas.
Algo se está haciendo francamente mal para que salgan datos así. Y la pista está en la televisión (o en las revistas rosa, que al fin y al cabo no son sino su triste secuela impresa).
El caso de Fiji Islands es ilustrativo. Allí no había tele hasta 1994. A primeros de los 90 se analizó el porcentaje de chicas con el hábito de vomitar para controlar el peso. Una cifra insignificante, apenas el 3%.
Pero en cuanto apareció la televisión, se volvió a repetir el estudio, en 1995 exactamente, y la cifra saltó inesperadamente al 15%.
Cuando decimos que la tele es vomitiva, estamos diciendo algo muy preciso, en un sentido muy literal.
