Joludi Blog

Mar 6
Mosquitos, Abejas, Einstein y Paranoia.
Con ocasión de la crisis del mosquito que es vector del virus zyka, se está planteando en muchos ámbitos la declaración de guerra total a todos los mosquitos, mediante técnicas de ingeniería genética, sobre...

Mosquitos, Abejas, Einstein y Paranoia.

Con ocasión de la crisis del mosquito que es vector del virus zyka, se está planteando en muchos ámbitos la declaración de guerra total a todos los mosquitos, mediante técnicas de ingeniería genética, sobre todo. Según un sondeo de la Purdue University, el 78% por ciento de los norteamericanos está a favor del exterminio de estos insectos. El problema es que eso representaría un experimento de sin precedentes y lleno de riesgos. Tenemos la impresión de que los mosquitos, que causan millones de víctimas al año, sobre todo a través de la malaria, pero también de la fiebre amarilla, el dengue, el chikungaya, la fiebre del Nilo, le encefalitis de San Luis, la dilofilariosis, no tienen ningún sentido (positivo) en la Naturaleza. Pero, claro está, no es así. Entre otras muchísimas razones, podemos imaginar que eliminar a todos los mosquitos del planeta pondría en riesgo a las abejas, que se alimentan en parte de ellos. Y, ya se sabe, como dijo Einstein, “el día en que las abejas desaparezcan, le quedarán solo cuatro años de vida a los seres humanos”.
Un momento, ¿”como dijo Einstein”? ¿Einstein también era experto en abejas?
En realidad Einstein nunca dijo tal cosa. Es más bien una idea que ya expuso Maeterlinck en 1901, en su Vida de las Abejas. Einstein no se pronunció sobre los himenópteros, que se sepa. Esa cita es apócrifa, como lo son las otras mil y una que le atribuyen a Einstein, quien, encabeza el ranking de las atribuciones falsas que circulan por la red, junto con Wilde, Borges, Neruda, y, ay, Paolo Coelho.
¿Por qué Einstein recibe tantas atribuciones falsas de citas? Pues porque Einstein es el paradigma de la inteligencia indiscutible. Y eso hace que sea creible atribuir al sabio alemán una idea pretendidamente profunda sobre cualquier cosa, desde el interés compuesto (como “la más poderosa fuerza del universo”), a la supervivencia de la especie humana (”imposible una vez las abejas hayan desaparecido”). Lo que subyace a esto es una peligrosa falacia: creer que el inmenso talento científico de un hombre o mujer debe implicar necesariamente un talento similar en otros ámbitos. Por desgracia, esto no es así. Ojala lo fuera. Un campeón mundial de ajedrez puede ser también un perfecto cretino en temas humanos.Y me consta que así ha sucedido en varios casos. Un matemático destacadísimo bien puede ser un perfecto incompetente en otras áreas del pensamiento (en el medievo se decía, “purus matematicus, purus asinus”).
Einstein fue, ciertamente, una interesante personalidad más allá de sus prodigiosos descubrimientos científicos. Era un tipo comprometido con los temas sociales y políticos. Ingenioso. Buena gente. Consciente del enorme riesgo del uso inmoral de la ciencia. Pero Einstein no era el oráculo de Delfos. Y, en algunos aspectos, lo que realmente sí dijo, es, de verdad, infumable. Por ejemplo, su opinión sobre las mujeres. Einstein decía que, comparado con las mujeres, “cada hombre es un rey, porque se mantiene por sí mismo sin esperar constantemente la ayuda de alguien para no caer”. También decía que “muy pocas mujeres son creativas y que nunca enviaría a una hija suya a estudiar física”. Sostenía que como en otros campos, “en la ciencia se debería facilitar el camino a las mujeres, pero que no se debería tomar a mal que él contemplase con cierto escepticismo los posibles resultados, dadas las restricciones que por naturaleza tienen las mujeres y que impiden aplicar los mismos niveles de expectativas a los hombres que a las mujeres”. Todo esto sí lo dijo Einstein, acreditadamente (conversación con Michele Besso, 1917, referencia en The Private Lives , de Highfield y Carter, conversación con Moszkowsky, 1920…). No son citas apócrifas. Y si algún lector tiene interés en documentarlas, me ofrezco a hacerlo.
En fin, que ya se trate de abejas o de finanzas, hay que desconfiar mucho de las citas atribuidas a las grandes figuras del pensamiento o la literatura. Son una plaga, casi tan extendida e insidiosa como la de los mosquitos. Pero aún menos necesaria que esta última.
Una vez leí esto: “Como decía Burroughs, un paranoico es un hombre que tiene en la mano todos los hechos”. ¡Fantástico! Qué cita tan útil, pensé. Convendrá tenerla muy a mano cuando me toque discutir con alguien que contraponga mis meras opiniones a los datos.
Pero más tarde leí al propio Burroughs diciendo (en Burroughs Live), que él jamás había hecho tal observación sobre los hechos y la paranoia. ¡Qué lástima!


  1. joludi ha publicado esto