La deshonesta ficción.
Debemos ponernos en guardia cuando leemos que se asigna cierto presupuesto o ciertos recursos a “misiones humanitarias”. Usar la palabra “humanitario” o incluso “Humanidad”, empieza a ser sospechoso. Woody Allen decía que él amaba a la Humanidad pero que lo que no soportaba era la gente… Unamuno abre su obra sobre el sentimiento trágico de la vida haciéndose eco de una frase clásica al respecto de lo humano-”soy humano y nada humano me es ajeno”–aunque acaso ignoraba que esa frase la dice un personaje de una comedia tan solo para justificar su malsana propensión al cotilleo… Carl Schmitt denunciaba el uso meramente instrumental y el abuso sistemático de la palabra “Humanidad”. Para Schmitt, la mayoría de las veces que un político o un ideólogo se refería a la Humanidad, estaba incurriendo en una “deshonesta ficción”(unehrliche Ficktion). Proudhon también lo había visto un siglo antes, cuando, pensando en el colonialismo y sus autojustificaciones retóricas, nos advertía que “quien dice Humanidad pretende engañarnos”. Esta es una idea muy radical, como tantas otras de Proudhon, pero tiene sentido. Si hablamos de Humanidad, será que todos los seres humanos formamos una familia y entonces no existirán propiamente extranjeros. Pero entonces ¿por qué diablos decimos que hay que ayudar, por razones humanitarias…a los extranjeros?. Si usamos la palabra Humanidad, debemos renunciar al concepto de extranjería. Si la usamos sin esa renuncia, mentimos.
