Joludi Blog

Mar 6
Aposiopesis, decrepitud y aceitunas.
Ahora que la polvareda se va asentando, me apetece comentar algo que me ha asombrado en relación con la intervención del actual Presidente en funciones en el triste debate de investidura que hemos vivido y que yo...

Aposiopesis, decrepitud y aceitunas.

Ahora que la polvareda se va asentando, me apetece comentar algo que me ha asombrado en relación con la intervención del actual Presidente en funciones en el triste debate de investidura que hemos vivido y que yo he seguido con la atención que tan magno evento, a priori, merecía.
Lo que me ha asombrado de ese discurso son los elogios que ha provocado. No solo dentro de su formación política, lo que sería de esperar, sino, en algunos casos, fuera.
Me produce desolación comprobar que esa intervención faltona se haya calificado por gente respetable y lúcida, de magistral pieza parlamentaria.
Nada de eso. Si de lo que se trataba era de mofarse del adversario, hacer chistes y sarcasmos sobre sus evidentes contradicciones y limitaciones, habría bastado encargarle el discurso a cualquier monologuista del Club de la Comedia (acaso es justo lo que ha hecho el orador). Pero si el objetivo era aprovechar la ocasión para comunicar al Parlamento y al electorado una reflexión certera sobre los problemas del país y la visión que el líder del partido más votado tiene al respecto, el resultado ha sido no ya decepcionante, sino desastroso.
Insisto. Me asombra que hayan surgido voces aparentemente cualificadas que consideran un buen discurso ese fistro dialéctico tan ofensivo y tan vacío de contenido.
Para colmo, fue un discurso “viejuno”. Y eso es lo último que debía ser ese discurso, habida cuenta de las connotaciones de caducidad y obsolescencia que ha adquirido últimamente el Presidente y la formación política que por ahora encabeza. Pésimos asesores de imagen debe tener el Registrador de la Propiedad aupado desde Alianza Popular a la máxima magistratura de España. En pleno siglo XXI, cuando es obvio que los segmentos más jóvenes de la población son los que han determinado, ahitos de legítima indignación frente a la corrupción, desigualdad y la falta de expectativas de vida, el vuelco electoral de los últimos comicios, no puede uno marcarse un rollo hablando del antiguallas como el Pacto de los Toros de Guisando,  los rigodones con cambio de pareja, de “colar de matute” o el Compromiso de Caspe (¡gran imprudencia o ignorancia, mentar ahora el Compromiso de Caspe, en sede parlamentaria, habida cuenta de que con dicho acuerdo se entronizó de mala manera a una familia castellana en la corona de Aragón y se dió el banderazo de salida para el irredentismo catalanista!).
Incluso la forma en la que termina Rajoy el discurso, con esa figura del lenguaje que según me enseñaron en el cole se llama aposiopesis: “por esto y por otras cosas que me callo…” es más propia de entremeses del Siglo de Oro o de sainetes de Arniches que del lenguaje que habla la gente de hoy.  En una obrita de González del Castilo, un personaje barriobajero utiliza esa misma expresión:  “…si su esposo es jugador, si es borracho, si mantiene una manceba, y hace otras cosas que me callo…allá se las haya usted, no lo sabrá por mis labios”.
Pero, ay, esto está escrito hace justo dos siglos…Cuando las cortes de Cadiz, más o menos. No es lenguaje de un parlamentario del siglo XXI.
El Presidente en funciones, con ese discurso que algún veterano plumilla le habrá escrito (¿Arriola? ¿Ana Collado? ¿José Mota?) y que todos los propios, y algunos ajenos, han aplaudido con las orejas, ha demostrado que es culpable del único crimen para el que no existe redención posible: la decrepitud.
Y apuesto unas cañas con aceitunas negras de Aragón a que ese crimen lo va a pagar. Al tiempo.


  1. infinismundi ha reblogueado esto desde joludi y ha aƱadido:
    Qué otra cosa se puede esperar de un registrador salvo ese olor a moho
  2. joludi ha publicado esto