Joludi Blog

Oct 2
Silencio, por favor.
Mercedes y Marta insisten en que pasemos las navidades en La Habana.Y lo acabarán consiguiendo, me temo. Yo les digo que a mí lo que me gustaría es mas bien huir del estruendo y la vulgaridad navideña en un lugar silencioso....

Silencio, por favor.

Mercedes y Marta insisten en que pasemos las navidades en La Habana.Y lo acabarán consiguiendo, me temo. Yo les digo que a mí lo que me gustaría es mas bien huir del estruendo y la vulgaridad navideña en un lugar silencioso. Sobre todo silencioso. Por ejemplo a la isla de Kimito, en Finlandia, donde han hecho del silencio un atributo esencial para los turistas. En realidad, toda Finlandia pretende ser un remanso de silencio. Incluso las campañas publicitarias del turismo finlandés capitalizan el silencio como un aliciente de ese país. La bella imagen que reproduzco pertenece a la campaña actual de “Visit Finland”
El silencio es un don del cielo. Porque el mundo en que vivimos, a menudo-basta leer los periódicos o salir a la calle- se manifiesta justamente como esa historia llena de ruido y furia y carente de significado, de la que nos habla Macbeth.
La OMS revela que son varios miles de muertes las que el ruido excesivo ocasiona, tan solo en Europa Occidental.  En España, casi una cuarta parte de la población está sometida a diario a un ruido dañino para la salud (más de 65 decibelios).
Florence Nightingale, la proto-enfermera e inspiradora de la Cruz Roja, ya se dió cuenta de todo esto hace siglo y medio, tal vez atormentada por el atronador estruendo de la artillería en Crimea: “unnecesary noise is the cruelest absence of care”.
El ruido, si, es cruel y, por ello, diabólico. Esto lo vieron con lucidez los dactilorrinquios, que formaban una secta de herejes cristianos relativamente popular en Asia Menor, hace casi un par de milenios (siglo IV d.c). Una secta de cuyas andanzas nos da testimonio San Agustín. Sostenían estos sabios herejes que Dios, para poderse manifestar, tenía necesidad de silencio. Aludían a las palabras del Rey David–“Pon, Señor, una guardia en mi boca y una puerta en mis labios”–y se pasaban el día con el dedo en la punta de la nariz, como reclamando silencio. A todas partes iban así (de ahí su nombre, dactilo/dedo, rincos/nariz). No hablaban nunca y si necesitaban comunicarse lo hacían mediante gestos faciales…¡oh qué gran material para un corto de Monty Pithon!
Lógica, pero tristemente, la secta de los dactilorrinquios se extinguió rápidamente, por la mucha incomprensión…Qué lástima. Yo me hubiese unido.


  1. joludi ha publicado esto