Joludi Blog

Oct 30
e omne de prestar…
Me manda un mensaje una sufrida, pertinaz y amable lectora.
Veo en ese mensaje el verbo prestar en el sentido de agradar, lo que delata el origen asturiano de la remitente.
Yo me he quedado pensando en esa hermosa palabra que he...

e omne de prestar…

Me manda un mensaje una sufrida, pertinaz y amable lectora.
Veo en ese mensaje el verbo prestar en el sentido de agradar, lo que delata el origen asturiano de la remitente.
Yo me he quedado pensando en esa hermosa palabra que he escuchado tantas veces a mi abuela de Sienra o a mi prima Marta de Gijón, porque es un vocablo que ha experimentado un interesante cambio semántico en las lenguas romances, a lo largo del tiempo. Y es una evolución que mueve a la reflexión. Me explicaré.
Prestar o alguna de sus variantes, significaba en las antiguas lenguas derivadas del latin esencialmente favorecer. Esto se entiende bien si se atiende al origen etimológico del término.
Prestar viene del latín stare prae, es decir, estar en primer término, dar la cara por alquien, abrir el camino a alguien, avalar a alguien, ponerse delante de, en suma.
El verbo latino praestare adquirió un significado fiduciario, sobre todo. Prestar era en latín principalmente dar un aval a alguien como garantía de un crédito. Ese sentido económico es el que pervive en la palabra castellana préstamo o en el verbo castellano prestar, si bien entre nosotros el que presta ya no es el que avala, sino el que entrega el dinero. Un ligero matiz.
Pero ese significado de ponerse delante, avalar a alguien…también generó en las lenguas romances la acepción de favorecer o aprovechar, o incluso el sentido de “ser lo mejor”. Esto es perfectamente comprensible. Y vemos ese desarrollo de significado, por ejemplo, en La Eneida, en el famoso pasaje en el que finalmente Neptuno decide calmar las aguas agitadas por Eolo, a instancias de la enredadora Juno: sed motos praestat componere fluctus, dice Virgilio en boca del dios del tridente…”pero ahora lo mejor sería recomponer las olas…
En castellano antiguo, y no solo en bable, hay muchos ejemplos de este sentido de “prestar”.  Cuando en el Poema del Mio Cid se habla del caballero Alvar Fañez de Minaya, sobrino del Campeador, cuya excelencia se desea enfatizar, el autor dice “primero fablo Minaya, un cauallero de prestar”. También hay usos similares en el Arcipreste de Hita, por ejemplo en los deliciosos versos sobre el dinero que más adelante inspirarían a Quevedo: “mucho faz el dinero, e mucho es de amar / al torpe faze bueno, e omne de prestar…”
Curiosamente, este significado del verbo prestar como favorecer o beneficiar, se ha olvidado en castellano, aunque persista, y de qué manera, en la vieja lengua romance de mis queridos asturianos. Y muy al contrario, palabras como prestamista tienen en castellano un sentido no exento de ciertas connotaciones negativas…Del prestamista esperamos usura y rigor, no tanto favor.
Yo veo como algo natural esta evolución del prestar castellano, que transita desde el ponerse delante y abrir camino hasta el explotar o esquilmar. Después de todo, la sabiduría popular acaba comprendiendo que el mucho afán por ponerse delante de nosotros y abrirnos camino no deja de esconder a menudo el afán de manipularnos en beneficio propio. En lo económico y en lo político.
Así que la gente tiende con buen criterio a desconfiar de quien se esfuerza con denuedo en ponerse en primera fila y alega que lo hace para nuestro propio bien.
Es sabia la gente. Me presta la gente.


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