Joludi Blog

Oct 12
Cine, series y muerte.
El videoclub más cercano a mi casa, acaba de cerrar. Es un más entre los miles de establecimientos de este tipo que lo están haciendo en los dos últimos años. Por otro lado, las cadenas de salas cinematográficas también hacen...

Cine, series y muerte.

El videoclub más cercano a mi casa, acaba de cerrar. Es un más entre los miles de establecimientos de este tipo que lo están haciendo en los dos últimos años. Por otro lado, las cadenas de salas cinematográficas también hacen lo propio, como es el caso de las salas Abaco, que hemos conocido hace un par de semanas.

La crisis de los videoclubs y de las salas está en relación con la propia crisis del cine. Una crisis con muchas causas convergentes, entre ellas las descargas por internet y la venta callejera de DVD copiados (por cierto, me sorprende que esto último sea un fenómeno típicamente español, pues es difícil encontrar algo similar en cualquier otro país europeo; yo al menos no lo he visto).

Yo creo además que hay otro factor más que está haciendo perder espectadores a las salas y clientes a los videoclubs. Me refiero a las grandes series de TV. Tanto las de producción nacional como las que vienen del mercado norteamericano.

Estas series están ganando aceptación de forma exponencial. Y le quitan clientes al cine y al videoclub. Es ciertamente un género que vive un auge indiscutible. Y, a mi modo de ver, muy merecido en la mayoría de los casos.

Porque, dejando aparte alguna que otra serie basura, hay auténticas obras maestras en este formato. Como Urgencias, Sexo en Nueva York, House, Roma, Los Soprano, o Anatomía de Grey, Mujeres Desesperadas, CSI o Dos Metros Bajo Tierra. Por no hablar de las legendarias Poldark, Canción Triste de Hill Street y otras.

Estas series permiten un nivel de profundización en la temática y en los personajes que no está al alcance de ningún otro género. La gigantesca escala de su comercialización, hace posible que se realicen con magníficos medios. Que elaboren sus guiones los mejores escritores de televisión del mundo. Que las dirijan realizadores de talento excepcional.

Cada una de estas grandes series de TV, suele tener como característica el centrarse en un gran tema de la vida humana. Por ejemplo, Anatomía de Grey gira en torno a la pareja y a la dificultad de configurarla. House es una obra sobre la inteligencia y el individualismo. Los Soprano trata de la frustración de la madurez y la crisis de la familia tradicional. Mujeres Desesperadas también trata de la crisis de la familia y de sus relaciones internas.

Pero a mí, la que más me gusta es Dos Metros Bajo Tierra. Es una obra maestra creada por Alan Ball, el escritor que ganó el Oscar por el soberbio guión de “American Beauty”.

Dos Metros Bajo tierra trata del único gran tema que faltaba en la panoplia de contenidos explorados por estas series: la muerte. Los argumentos de cada episodio giran en torno a una familia que posee y explota un negocio funerario. En cada capítulo hay muchas dosis de humor amargo-pero a veces hilarante- y también mucha trama sentimental, en ocasiones también amarga y desoladora.

Créase o no, los episodios de esta serie televisiva son un estímulo extraordinario para la reflexión, algo totalmente inusual en el panorama de la televisión actual. Esto es hasta tal punto cierto, que incluso se han realizado ya sesudos estudios universitarios sobre varias de las tesis que se manejan en la serie. En concreto, he encontrado bastante documentación sobre una idea provocativa sobre las relaciones sentimentales que se presenta en el capítulo 5 en boca de un escritor que presenta un libro en la serie. Un libro titulado “La Mentira del Amor Romántico”. Merecería la pena transcribir las palabras de este autor en la ficción, porque dan una idea del buen nivel de la serie y del trasfondo de cuestionamiento de las relaciones sentimentales clásicas que constituye el meollo de la serie. Básicamente dice el escritor que entre todas las mentiras de la sociedad moderna, la del amor romántico es la más insidiosa y nefasta de todas ellas, porque hace creer erróneamente a cada persona que en algún lugar del mundo existe una media naranja a su medida que llenará su vida de forma plena y culminará su existencia. Esta insidiosa fantasía es dañina y perversa-nos dice el autor-porque destruye lo mejor que hay en nosotros, nuestra propia indivualidad y fe en nosotros mismos, y por añadidura, nuestra propia humanidad.

Yo llevo un par de meses viendo casi todas las noches un episodio de Dos Metros Bajo Tierra. Justo antes de dormirme. Y me encanta cerrar los ojos después de haber dejado que el guionista del capítulo me haya hecho sonreir y pensar.

Y por otro lado, he descubierto que una serie que trata imaginativamente de la Muerte y de la forma en que los hombres nos enfrentamos a ella, puede tener un saludable y refrescante efecto para distanciarnos un poco de los pequeños e insignificantes líos de la vida cotidiana.