La luna y el adolescente.
“¿Por qué decimos que la Luna está en cuarto creciente?”-me pregunta Marta mirando al cielo nocturno- “¿es acaso porque solo vemos un cuarto de ella?”-prosigue- “¡Pero si esta noche está en cuarto creciente y se ve más la mitad!”-continúa ella por su cuenta sin dejarme responder…
La pregunta, y la observación es interesante, porque revela hasta que punto manejamos rutinariamente el lenguaje sin pararnos a pensar el significado preciso de cada palabra que usamos. “Cuarto creciente” y “cuarto menguante”, no indican que en ese estado de las fases lunares se vea la cuarta parte más o menos del satélite.
En realidad, en el cuarto creciente y el cuarto menguante de la luna se ve la mitad, más o menos.
La palabra “cuarto” la usamos únicamente porque se llega a esa fase en el primer cuarto del mes lunar (7 días) y en el tercer cuarto del mismo (21 días). Cuarto se refiere a tiempo, no a superficie visual. Marta, con su ingenuidad característica, se ha dado cuenta del contrasentido. Todos deberíamos mirar las palabras y las cosas con la ingenuidad de un niño o un adolescente. Cuando nos hacemos adultos, la rutina nos ciega. Pero es que al fin y al cabo, un adulto no es sino un niño obsoleto. Un adolescente en cuarto menguante.
