Joludi Blog

Oct 14

Dominguitis.

Los domingos por la tarde me suele sobrevenir la dominguitis, que no es sino un estado interior crepuscular inducido por la proximidad fatal del lunes, trasunto de la muerte. 

Para curarme esta ocasional afección, recurro a la buena música.

Por ejemplo a mi venerada Diana Krall. Una de sus canciones, Danny Boy (acompañada por los Chieftains), es capaz de levantarme en 3 minutos de la más profunda de las postraciones vespertino-dominicales. Nunca falla. Lo recomiendo.

Danny Boy es una especie de himno irlandés. De alguna manera es el himno oficioso de los republicanos de Irlanda del Norte, que no son santos de mi devoción, por cierto.

Pero la canción es maravillosa. Habla de cosillas bucólicas. Que si las gaitas. Que si los valles. Que si las laderas de las montañas…

Es curioso que muchas letrillas de este tipo, que exaltan el bucolismo y los inocentes recursos naturales del terruño, se acaben convirtiendo en himnos nacionalistas, susceptibles de ser  utilizados con alto grado de beligerancia. Otro ejemplo de esto es la fastuosa canción “The Future Belongs to Me”, que escuchamos en Cabaret, interpretada por un chiquillo de las Juventudes Hitlerianas.  También me llama la atención que  Danny Boy haya sido utilizada por los Hermanos Coen como tema musical de una de las más violentas (y mejor realizadas) escenas de la historia del cine, en Milller’s Crossing, con Albert Finney en acción liquidando gangsters.

Bueno, todo esto es una disgresión. Lo esencial es que Danny Boy, cantado por Diana Krall y los Chieftains es una suprema obra maestra. Más que música es un medicamento. Un remedio infalible contra la melancolía. Y no tiene contraindicaciones.  Que yo sepa.