
Descartes y la hija de Santi
Me contaba Santi, mientras caminabamos por la Plaza de Cólón, que su hija, de seis años, tiene unas salidas increibles. Por ejemplo, el otro día, le dijo: “papá, eso de la nada no lo entiendo, si es nada es algo, y entonces si es algo, pues no será nada…”
Pues tenía razón la pequeña. Es todo un misterio esto de la nada. Un misterio que ya dejó perplejos a muchos filósofos, entre ellos a Descartes. Para este autor, el vacío absoluto era contradictorio, por una razón parecida a la que expresa la hija de Santi, aunque, formalizada de una manera más alambicada. Descartes decía que si extraemos el vacío, la nada, de una habitación llena de cosas, entonces las cosas no podrán estar separadas por nada, pues si estan separadas por nada estarán separadas por algo. Entonces, las cosas tendrían que estar yuxtapuestas, unas dentro de otras, lo que va contra la intuición.
Por si fuera poco, un año antes de que yo naciera, un científico holandés, un tal Casimir, demostró también que la nada es un concepto imposible físicamente. Más o menos comprobó que si se crea un vacío absoluto (lo más vacío que la física permite) entre dos espejos, se crea un campo de fuerzas cuántica que obviamente es contradictorio con la idea de vacío. A este fenómeno de le denomina desde entonces “efecto Casimir”.
Así que la hija de Santi tiene toda la razón del mundo. Tiene ella un nombre precioso y singular, Hipatía, que era el que llevaba la primera gran matemática de la Historia. Hace muchos siglos. Seguro que es un buen presagio.