Joludi Blog

Feb 24
El caso de Ypsilonti.
Para ilustrar su noción de “compromiso cognitivo”, Milton Rokeach estudió el caso, ejemplar en la bibliografía psiquiátrica, de unos internos en el hospital de enfermos mentales de Ypsilanti, en el Estado de Michigan.
Dos de...

El caso de Ypsilonti.

Para ilustrar su noción de “compromiso cognitivo”, Milton Rokeach estudió el caso, ejemplar en la bibliografía psiquiátrica, de unos internos en el hospital de enfermos mentales de Ypsilanti, en el Estado de Michigan.
Dos de esos enfermos estaban absolutamente convencidos, cada uno de ellos, de ser Jesucristo.
Pero lo curioso es que se habían llegado a poner de acuerdo en aceptarse mutuamente. Incluso llegaron a colaborar y a establecer una cierta entente cordiale, sin por ello renunciar a la identidad que proclamaban.
Lo malo es que apareció en el hospital un tercer Jesucristo. Un nuevo enfermo entró en el centro declarando con toda convicción su condición de Hijo de Dios.
La situación se complicó, por tanto.
Pero–relata Rokeach– en lugar de estallar una conflagración religiosa, los dos primeros Cristos concibieron unos complicados, pero efectivos, artificios teológicos para hacer posible la existencia de una tercera figura divina en el centro hospitalario.
Y todo volvió a estabilizarse. Una extraña Trinidad se consolidó pacíficamente en aquel psiquiátrico de Ypsilonti.
Uno podría pensar que el caso de aquellos tres Cristos conviviendo amablemente en el psiquiátrico de Ypsilónte es un epítome de la locura, un paradigma del desvarío.
Pero, visto desde otra perspectiva, y teniendo en cuenta lo que pasa en el mundo en el que vivimos, quizá sea todo lo contrario.


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