Joludi Blog

Oct 18
Indiana Jones a la Italiana.
Cuando yo era niño, tuve la suerte de encontrar en la librería de casa un magnífico libro titulado “Dioses, Tumbas y Sabios”, de C.W Ceram. Era una estupenda obra de divulgación sobre los grandes arqueólogos y sus...

Indiana Jones a la Italiana.

Cuando yo era niño, tuve la suerte de encontrar en la librería de casa un magnífico libro titulado “Dioses, Tumbas y Sabios”, de C.W Ceram. Era una estupenda obra de divulgación sobre los grandes arqueólogos y sus descubrimientos. Hablaba de Troya, de Egipto, de Mesopotamia… Dibujaba los fascinantes perfiles de los Schliemann, Champollion, Botta. El libro de Ceram-que se convirtió en un clásico- presentaba la arqueología como una maravillosa combinación de aventura de alto calibre, romance, historia y cultura. Yo siempre he estado convencido de que fue aquel libro, publicado en 1949, el que inspiró a Spielberg en la creación del personaje de Indiana Jones.


Yo creo ahora que si Ceram volviese a escribir el libro, tendría que hablar además de otro Indiana Jones de nuestro tiempo. Se trata del fabuloso Andrea Carandini, un arqueólogo italiano con un perfil humano y científico a la altura de los grandes héroes del viaje al pasado que describe Ceram en su libro.


Entre las muchas hazañas de Carandini, quizá la que más me impresiona es su investigación sobre la leyenda de la fundación de Roma. Carandini y su equipo han demostrado este último año que dicha leyenda está basada en hechos absolutamente reales y precisos. Es un prodigio de análisis detectivesco, trabajo científico, intuición e imaginación. Pero lo han logrado. Han datado la fecha de la fundación en el 21 de Abril del 753 a.c. Parece absurdo que hayan conseguido esa exactitud. Pero lo han hecho.


Carandini ha conseguido igualmente encontrar el palacio de los primeros reyes de Roma, en las excavaciones del Campidoglio. Otra hazaña arqueológica portentosa que también prueba muchos de los puntos que hasta ahora sólo eran puramente legendarios.


Una cosa muy curiosa que también nos enseña este elegante y cálido viejo profesor que viste siempre una bonita boina azul sobre sus cabellos canosos y que habla con una voz expresiva y entusiasta, como si fuese un Rodríguez de la Fuente de las ruinas, es que los antiguos Romanos usaban un calendario de 274 más 21 días, totalmente basado en los períodos de gestación y de infertilidad de la mujer (273 y 21 respectivamente). A esos 274 más 21 días (10 meses, terminando en Diciembre, que viene de “diez”) le añadieron más tarde otros dos meses, para ajustar el calendario al ciclo solar. Pero al principio era la mujer y no el sol el que marcaba las fechas.

También me ha llamado la atención ayer, releyendo una de las conferencias de Carandini, una observación que hace este profesor sobre la etimología de la palabra “augur” y que me he precipitado a compartir por teléfono con mi buen amigo Vicente, que es entre otras cosas, un astrólogo de fama mundial. Resulta-se lo he dicho a Vicente-que augur viene de “augere”, palabra latina para indicar “hacer crecer” (de ahí nuestro vocablo castellano “auge”). Entonces, los augures romanos eran justamente las personas que venían a bendecir los campos para propiciar grandes cosechas. Por lo tanto, originalmente, los augures sólo “auguraban” cosas buenas y positivas. No había, no podía haber augurios negativos. Eso encaja perfectamente con el enfoque de mi gran amigo sobre la astrología y su necesaria vinculación con la positividad y la mejora de la vida de las personas. Muy curioso lo que enseña a veces el análisis filológico. Que nadie haga caso a los malos augurios; ¡Van contra la etimología!.

En el pasado Agosto, el profesor Carandini presentó sus últimos hallazgos sobre la Fondazione di Roma en el marco (incomparable, valga el tópico), del Auditorio de la capital italiana, ante una audiencia de miles de universitarios embobados. Ah, qué pena no volver ahora a los 20 años y unirse en la ciudad eterna a esos chicos fascinados por un brillantísimo y entusiasta viejo profesor que ama la cultura y la hace amar a los demás. Cosa que deberían hacer todos.