Joludi Blog

Oct 21
Aufhebung
Todo ser humano debe tener una o más pasiones para sobrevivir. Yo tengo tres o cuatro de esas razones. Tal vez alguna más. Una de ellas, si bien la menos importante, es la bicicleta y su mundo.
Yo uso la bicicleta a diario. Y hago no menos...

Aufhebung

Todo ser humano debe tener una o más pasiones para sobrevivir. Yo tengo tres o cuatro de esas razones. Tal vez alguna más. Una de ellas, si bien la menos importante, es la bicicleta y su mundo.
Yo uso la bicicleta a diario. Y hago no menos de 12.000 kms al año sobre el sillín, a menudo en solitario.
¿Por qué esta pasión? Para empezar, mis paseos en bicicleta son mi forma de escapar de la alienación cotidiana. Cuando pedaleo, pedaleo. Sigo así el sapientísimo consejo que daba aquel gurú que decía: “cuando peles cebollas, pela cebollas”. Con mi bicicleta, hago, o trato de hacer, una especie de saludable meditación móvil. Pelo cebollas.
Luego está el efecto tonificante de la bicicleta sobre el espíritu. Cuando la vida se pone cuesta arriba, cuando el día parece oscuro, cuando todo parece demasiado monótono, cuando casi ni siquiera merece la pena tener esperanzas, basta subirse a la bicicleta y acelerar con energía en la carretera; es suficiente entonces pedalear hasta perder el aliento, sin consentir que nada entre en la mente como no sea prestar atención al trayecto que estás haciendo y a la Naturaleza que te rodea…Conan Doyle, que era un gran amante de la bicicleta (y un hombre particularmente torturado en su interior) decía algo parecido a esto que yo acabo de escribir.
Mi pasión por la bicicleta también se extiende a la experiencia gozosa de contemplar el ciclismo de competición. Siento una deliciosa emoción mirando y admirando, desde el reposo, el esfuerzo épico de los héroes de las dos ruedas. Salvador Dalí decía que nada hay más placentero que sestear en casa viendo la evolución de los sacrificados ciclistas del Tour de Francia. Estoy de acuerdo.
Con la retransmisión de las etapas de las grandes pruebas, yo me emociono con los escaladores, en su interminable agonía. Pero aún me emociono más con los sprinters, por extraño que parezca. Los sprinters sufren particularmente a lo largo de la etapa, con su físico tan poco apropiado para las largas cabalgadas hacia lo alto. Se quedan los muy infelices descolgados sin remedio en los grandes ascensos. Llegan luego a la proximidad de la meta batidos por un cansancio casi metafísico. Pero entonces, cuando ya se vislumbra la pancarta, parecen tocados por un viento divino y realizan el esfuerzo supremo. No es por tanto su potencia muscular lo que me fascina, sino esa capacidad para renacer al final de la carrera. Los sprinters son el ejemplo vivo del Aufhebung hegeliano, de la capacidad para renacer como un ser nuevo, para sublimarse, para trascender…
Todos deberíamos aprender de los escaladores, pero aún más de los sprinters. Porque tal vez la verdadera clave de la existencia sea aprender a renacer cuando todo ya parece perdido. Renacer en las relaciones personales. Renacer en el trabajo. Renacer en la vida interior…La esencia de la humanidad, la fascinante esencia de lo humano, tal vez no sea otra cosa sino la capacidad para elevarse sobre uno mismo y sobre la miseria que a menudo nos rodea. La capacidad para renacer.


  1. infinismundi ha dicho: Palabras q llegan. Gracias. Una d las mias es correr y siempre he creido q es una especie d meditacion en movimiento
  2. joludi ha publicado esto