Cuando salgo en mi bicicleta, tan pronto empiezo a pedalear, ya no voy solo. Me acompaño. Soy dos. Converso conmigo mientras giran las ruedas. Me miro a mí mismo. Me doy ánimos. Al lanzarme hacia la carretera en solitario inicio una conversación que no termina hasta que retorno a casa, exhausto, hambriento, feliz.