Joludi Blog

Oct 23
El Arma de la Verdad
Durante estos días se está presentando en un festival cinematográfico en Italia un cortometraje que trata sobre dos temas que siempre me han interesado: la guerra civil española y el arte de la fotografía (en este último caso se...

El Arma de la Verdad

Durante estos días se está presentando en un festival cinematográfico en Italia un cortometraje que trata sobre dos temas que siempre me han interesado: la guerra civil española y el arte de la fotografía (en este último caso se trata de un verdadero amor no correspondido, yo amo la fotografía, pero ella no me ama a mí…)

El documental, realizado por dos periodistas españoles, gira en torno a la famosa foto de Robert Capa que representa a un miliciano de la Guerra Civil española, en el preciso momento en que es abatido por una bala ( se ha dicho que esta es la foto más importante del siglo XX).

El eje del documental es demostrar que la foto de Capa no es real, sino que el miliciano posó para el fotógrafo. Se ha hablado de esto desde hace mucho tiempo. No es un tema nuevo.

No lo se. Yo admito que puede que sea una foto trucada. Hay algún dato que lo sugiere. Pero casi me da lo mismo. Se ha dicho también algo parecido de la famosa fotografía de los americanos conquistando Iwo Jima. Pero, aunque fuera cierto que se tratasen ambas de un “fake”, la grandeza de esas dos imágenes seguiría siendo insuperable.

En realidad, en las guerras, la primera baja, es, de forma inexorable, es la verdad.

Wilde solía decir que la verdad pura y simple generalmente nunca es pura, y jamás resulta ser simple.

Esto se aplica también a las fotografías de guerra. Su “verdad” nunca es pura. Jamás es simple.

No hay visión imparcial. Ni siquiera la que inmortaliza el cristal del objetivo.

La verdad es que la Guerra Civil española fue realmente la primera guerra realmente “fotografiada” de la historia de la Humanidad. El primer conflicto en el que la cámara se convirtió en un arma más del combate. No sólo porque las pequeñas cámaras de 35 mm, recién aparecidas en los años 30, eran ideales para ser transportadas a los frentes. También porque el conflicto civil español fue uno de los primeros en los que el horror de la retaguardia era comparable al de las trincheras, merced a la locura inimaginable de los primeros bombardeos sobre civiles de la Historia.

Por ello, los fotógrafos tenían mucho más campo de actuación que lo habitual, y además, se sabían en el foco de las miradas de toda la comunidad mediática internacional, que por primera vez estaba en condiciones de “retransmitir” una conflagración casi en tiempo real.

Pero la Fotografía se había encontrado por primera vez con la guerra muchó antes de 1936.

La primera vez fue en 1854, con ocasión de la Guerra de Crimea. Es el Ministerio de Guerra Británico quien envía al frente ruso a dos pioneros, Carol Szathmari y Roger Fenton.

Obviamente, el desarrollo tecnológico de la fotografía hacía imposible por entonces que se pudiese “inmortalizar” otra cosa que elementos totalmente estáticos o escenificados: ruinas, grupos uniformados posando pacientemente, paisajes del campo de batalla…


Décadas más tarde, durante la Guerra de Secesión norteamericana y la Guerra Franco-Prusiana, la fotografía bélica seguía siendo, en cierto modo, simple fotografía de salón, sin apenas ningún valor periodístico, o al menos sin significación de noticia. A las limitaciones técnicas se unía el principio de prohibir la presencia de fotógrafos en el frente, por razones de seguridad.


Es con ocasión de la Primera Guerra Mundial, en 1914, cuando la Fotografía adquiere una cierta relevancia en relación con el hecho bélico. Por un lado, ya había aparecido por entonces el primer concepto de “cámara de bolsillo”, la legendaria Pocket de Kodak. Por otro lado, en 1916, el alto mando alemán toma la inusual iniciativa de autorizar la presencia de un grupo de 19 fotógrafos profesionales en los campos de batalla. Aquella insólita decisión es, por cierto, el precedente de un hecho inusual en la historia de la guerra que tiene lugar justamente en el conflicto civil español y que ya es habitual en los enfrentamientos de nuestros días: en las Brigadas Internacionales apareció por primera vez la figura del “jefe de fotografía”, encarnada en el voluntario Harry Randall y su ayudante Tony Drossel, autor de excelentes fotografías en Belchite.


Sin embargo, es preciso esperar algunos años más para que la Fotografía esté en condiciones de incorporarse decididamente al frente, como un soldado más. Y esto ocurre como ya dije antes, por la aparición de avances técnicos clave, como la película de acetato de 35 mm, de alta sensibilidad (1924). Y no fue sólo eso. También surgieron por aquellos tiempos otras innovaciones indispensables para la fotografía de guerra: la cámara compacta profesional de paso universal (la legendaria Leica de 1925), el flash de bombilla (1927), el fotómetro de célula fotoeléctrica (1932) y sobre todo, el obturador de alta velocidad (en 1935…Todo ello hacía posible que la fotografía capturase eficazmente el “momento”, algo esencial cuando se trata de fotografía bélica.

Realmente, sin todos esos avances esta inmortal fotografía de Capa no hubiera sido posible en modo alguno.

Así que la Guerra Civil española, (de la que tantas veces se ha dicho que fue un laboratorio donde se probaron innovaciones de todo género, desde la sociología o la medicina hasta la tecnología armamentística), también fue un laboratorio para la nueva técnica fotográfica.


Grandísimos fotógrafos demostraron su talento, quizá por vez primera en los frentes y en la retaguardia de la guerra española. No sólo fue Robert Capa, sino también Cartier Bresson, Agustín Centellés (cuyas fotos inauguran exposición mañana en el Conde Duque de Madrid), Antonio Camparia, Hans Namuth, Georg Risner…


Gracias a los avances tecnológicos, y al coraje de estos primeros pioneros del fotoperiodismo bélico, la guerra civil española se convirtió en la guerra más fotografiada hasta la fecha. Y fue representada de una manera única; desde cerca; a la distancia de las bayonetas, a la distancia de las explosiones, a la distancia del horrror.

Como reza el lema de la agencia Magnum (creada algunos años después, justamente por fotógrafos a los que la guerra española unió para siempre), la fotografía es el “weapon of truth”, el arma de la verdad. Y en ese sentido la fotografía que se realizó en la Guerra Civil parecía ser “verdad concentrada”, la realidad en “close up”.

Esta es la grandeza de la foto de Capa, tanto si fue trucada como si no. Es una concentración de “verdad”, en cualquiera de los casos.

Porque sintetiza de una manera prodigiosa, el horror, la injusticia y la muerte de un conflicto intrínsecamente injusto.

En este sentido, es una fotografía auténtica.