Joludi Blog

Ago 22
Un mito, muchas interpretaciones.
La gente que baja a los infiernos no suele volver. Hay tres casos arquetípicos. Uno nos habla del poder de la fuerza (Hércules). Otro nos habla del poder de la inteligencia (Ulises). Y otro nos habla del mágico poder...

Un mito,  muchas interpretaciones.

La gente que baja a los infiernos no suele volver. Hay tres casos arquetípicos. Uno nos habla del poder de la fuerza (Hércules). Otro nos habla del poder de la inteligencia (Ulises). Y otro nos habla del mágico poder de la música (Orfeo). El de este último es, en sentido propio, el más lírico de los tres viajes al Hades. Tal vez por eso, el mito de Orfeo y Eurídice es uno de los temas favoritos de los pintores, músicos y poetas de todos los tiempos. No se me ocurre otro asunto que haya sido más pintado, interpretado, esculpido cinematografiado o simplemente glosado. Desde Rubens a Tintoretto. Desde Fidias a Rodin. Desde Marcel Camus a Cocteau. Desde Rilke a Pavese. Desde Virgilio a Bufalino. Desde Monteverdi a Stravinsky. Algo debe tener este mito. Y quizá sea su extraña ambivalencia.

Cuando Eurídice muere  Orfeo baja al infierno a rescatarla. Se las arregla para convencer con sus cantos (encantos, encantamientos, palabras mágicas pronunciadas con ritmo, invento de la casa) a Persefoné, quien le devuelve a su amada con la condición que Orfeo la conduzca de nuevo al mundo caminando delante de ella, pero resistiéndose a mirarla cuando salga el primer rayo de sol.

Ocurre que Orfeo, dice la versión oficial, ama o admira o echa de menos tanto a Eurídice que no puede resistir la ansiedad. Vuelve la espalda para mirar a su amada y con ello Eurídice  vuelve instantáneamente al lugar desde donde no se retorna.

También Orfeo morirá poco después, a manos de unas tracias despechadas. Su cabeza y su lira serán arrojadas al río Ebro, pero seguirán emitiendo música y canciones mientran flotan en el agua. La cabeza y la lira vagarán por el mar hasta llegar a la isla de Lesbos, donde serán piadosamente enterradas. Y la leyenda dice que en esa tumba, de vez en cuando, las canciones inmortales de Orfeo se siguen escuchando en la soledad de alguna noche.

Pero, atención, algunos, como, notablemente lo hace Pavese, le dan la vuelta al mito y buscan otra interpretación. En su bellísimo diálogo “L’inconsolabile”, Pavese nos sugiere que Orfeo se arrepiente de llevar de nuevo a Eurídice a la vida. No quiere hacerlo porque sabe que se le morirá otra vez algún día y se verá obligado hasta entonces, a convivir con la sangre, el temor y el horror del Hades del que Eurídice retorna.

Así que según Pavese, Orfeo mira hacia atrás voluntariamente, con el primer resplandor del cielo. No es un desliz. Es un crimen. Un crimen por desencanto… llevado a cabo por el mismísimo inventor de los encantamientos…Escenas como la que muestra la pintura de Cervelli que he reproducido arriba reflejarían no el dolor del amor, sino más bien la alevosía de un asesinato.

Lo que habría rescatado Orfeo del Hades no era a su amada, que ya nada le importaba, sino el sublime estremecimiento de morir y sentirse vivo después. Quizá lo único que buscaba cuando bajó al Hades.

Esta interpretación del mito es extraña e inquietante. Bajar a los infiernos para renacer. Alcanzar las fronteras de la muerte solo para reencontrarse a sí mismo…Es terrible.

Lo que contaría sería el viaje a la Nada. Y lo de menos sería el amor y la amante, a la que un Orfeo desencantado sacrifica sin piedad en la esperanza de reencontrar esa pujanza creadora tan poderosa que subsistirá incluso tras su decapitación y su largo viaje sin cuerpo desde el Ebro hasta el Egeo.

Lo curioso es que esta inquietante lectura que hace Pavese del mito, es también la de Cocteau.

Todo el mito órfico es de una extraña ambivalencia. Quizá habla tanto del encanto de la música como del desencanto del poeta. Quizá nos evoca las palabras de Proust cuando nos decía que los únicos paraísos son los paraísos perdidos o recordados…

Admite varias lecturas. Y algunas opuestas entre sí.

Como casi todas las buenas historias.

Y ocurre que las de los mitos son las mejores. Por aclamación popular. Siglo tras siglo.


  1. joludi ha publicado esto