
El Mantra Sana
Cuando hace más de 30 años se estrenó la película Lawrence de Arabia, el clásico sobre el desierto protagonizado por Peter O'Toole, ocurrió algo muy curioso en los cines en los que se proyectaba la película. En los descansos, la demanda de refrescos aumentó incomprensiblemente con respecto a estrenos anteriores. De una forma tan intensa que resultaba inexplicable. Era una verdadera epidemia de sed que afectaba a todos los espectadores inmersos en el ambiente seco y ardiente que la pantalla les mostraba.
Nada más había cambiado. Los sistemas de aire acondicionado de la sala funcionaban normalmente. El clima exterior no había experimentado grandes cambios.
Fue sólo una anécdota tal vez, pero sirve para mostrar la profunda relación entre el cuerpo y la mente. En el caso de esta película, por supuesto, las células de la gente no estaban privadas de agua, pero de alguna manera, la mente de los espectadores, hacía creer a sus cuerpos que se encontraban en medio de las dunas de Arabia. El resultado: una sed abrumadora.
El Doctor Herbert Benson, de la Universidad de Harvard es uno de los científicos que más hallazgos ha encotrado en esta fascinante temática de la relación lo mental y lo corporal. Benson piensa que a medida que progresa la ciencia, se va demonstrando con más claridad que las cosas que podemos tocar, saborear o mediar, deben dejar paso, con frecuencia a aquello que sentimos o creemos que es real. Dicho de otro modo, nuestro potencial personal y nuestra capacidad para el bienestar, están totalmente condicionados por nuestros pensamientos negativos o positivos El filósofo estoico del siglo I de nuestra era, Epicteto, lo dijo con palabras inmortales:
“el hombre no se ve afectado por las cosas, sino por su opinión sobre las cosas”.
El principio de la importancia de las creencias personales ha sido el punto focal de las investigaciones del Doctor Benson. Sus trabajos sobre el concepto de “Respuesta de Relajación”, basados en investigaciones realizadas en todo el mundo, desde Nueva York al Tibet, han demostrado la profunda vinculación entre el estrés y las enfermedades, y, a la inversa, el efecto terapéutico de la relajación y el pensamiento positivo.
Benson recomienda una simple técnica en cuatro pasos para mostrar el poder de la respuesta de relajación:
paso 1: Lugar: se trata de buscar un sitio silencioso, tranquilo y apropiado para el pensamiento.
paso 2: Posición: Es preciso colocar el cuerpo en una posición en la que los músculos pierdan su tensión habitual.
paso 3: Concentración: Hay que focalizar la mente mediante la utilización de algún truco mental, como repetir alguna palabra o frase positiva.
paso 4: Pasividad: Es necesario asumir, durante almenos 10 minutos una actitud pasiva, de entrega mental.
¿Nos suena a algo esta técnica del Dr. Benson? Por supuesto que sí. Es punto por punto la descripción exacta y precisa de lo que hace una persona con fé, cuando entra en un templo para rezar unos minutos.
Es una pauta inconfundible y absolutamente universal. Da lo mismo que se trate de un cristiano murmurando una oración en una catedral, que un musulman recitando el Corán en una mezquita o un lama tibetano repitiendo incansable sus pequeñas frases o mantras en un santuario budista.
Profundizando en esta idea, algunos científicos han venido confirmando elpoder curativo de las oraciones. Rezar sana, sería la conclusión de estos trabajos.
Quizá el más convincente de todos estos estudios sería el realizado por el Dr. Randolph Byrd del Hospital de San Francisco, en California, sobre 393 pacientes afectados de enfermedades del corazón. Estos pacientes se separaron en dos grandes grupos: los que rezaban regularmente y los que no lo hacían. Los resultados, tras tres meses de investigación, fueron asombrosos a favor del grupo que rezaba:
1. La necesidad de antibióticos era 5 veces menor.
2. La probabilidad de infarto era 2,5 veces menor.Con estos datos, si el objeto del experimento hubiera sido una sustancia química en lugar de algo tan sencillo como la práctica de pronunciar una oración, sin duda se estaría hablando de una medicina revolucionaria.
El Dr. Benson protesta enérgicamente cuando alguien confunde sus
postulados con planteamientos de tipo religioso. El sostiene que se trata tan sólo de ciencia y de medicina. Pero la verdad, es difícil no ver en las palabras de este prestigioso catedrático de la Universidad de Harvard una carga espiritual de alcance: “Debes creer en algo bueno, si puedes. O mejor aún, debes creer en algo aún mejor que todo aquello que puedas concebir. Porque para nosotros, los mortales, eso es medicina muy, muy profunda”