Joludi Blog

Feb 24
Owens.
Hablo con Marta y Candela sobre Trump y sus recientes ataques redoblados contra Obama, que ellas no llegan a entender. Les doy mi opinión en el sentido de que el triunfo electoral de Trump fue también una revancha de un sector muy importante...

Owens.

Hablo con Marta y Candela sobre Trump y sus recientes ataques redoblados contra Obama, que ellas no llegan a entender. Les doy mi opinión en el sentido de que el triunfo electoral de Trump fue también una revancha de un sector muy importante de la población norteamericana frente al hecho de que un negro hubiese conseguido llegar a la Casa Blanca.
Candela me dice que le parece imposible que exista aún tanto racismo en una sociedad como la norteamericana. Yo le contesto que el virus del racismo estaba tan integrado en esa sociedad, hasta no hace mucho, que resulta normal que todavía no se haya exterminado del todo la dolencia. Le cuento a Candela un dato que quizá no es muy conocido y que quizá a ella, que está muy relacionada con el mundo del deporte, le puede interesar. Le hablo de Jesse Owens, el atleta de Ohio que triunfó en las Olimpiadas de Berlín. Este deportista, mientras estuvo en Berlín, pudo hacer algo que de ningún modo podía hacer en su Ohio natal: subir al autobús o al tranvía y sentarse junto a los blancos. Owens no recibió el telegrama de felicitación que el Presidente Roosevelt envío a los otros atletas norteamericanos con medalla. Tampoco Owens fue recibido en la Casa Blanca, como el resto de sus compañeros de representación olímpica cuando retornaron a los Estados Unidos (el Presidente temía que una foto con un negro le restase apoyo popular). Y, lo que ya es el colmo, en la recepción que se realizó en un lujoso hotel de Manhattan en honor de los atletas retornados de Berlín, Owens tuvo que entrar por la puerta de servicio, como todos los negros. Tristemente, se diría que pervive en Estados Unidos un cierto eco o residuo del racismo que durante tanto tiempo ha estado arraigado en sociedad norteamericana. Esos residuos y otros parecidos, como si fueran carroña, deben ser los que están alimentando a las implacables hienas del oportunismo político.


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