
Inciucio
Durante los próximos días, la palabra clave en Italia será la muy curiosa inciucio (pronunciado, más o menos, como inchiuchio). Significa básicamente pasteleo entre políticos de muy diferente signo.
Porque, a lo que parece, inchiuchar es justo lo que el resultado de ayer obligará a hacer.
Inciucio (repito, pronúnciese inchiuchio) proviene de un verbo del dialecto napolitano (en Italia los dialectos siguen llamándose dialectos, con toda esa nobleza etimológica del término de la que hablaba Unamuno, pues dialecto significa nada menos que la verdadera forma de comunicarse entre los hablantes; Unamuno decía que la auténtica poesía solo puede ser dialectal).
El verbo del dialecto napolitano al que me refería es ncuciá (pronúnciese ncuchá), y significa cuchichear.
El salto semántico es obvio. Quien pastelea, lo suele hacer sin transparencia, cuchicheando al compadre. Y esto es algo que según voy viendo, se va a practicar también mucho por aquí durante estos días, mira por donde…Más que nunca.
Yo estoy seguro de que ese napolitano ncuciá tiene relación con el castellano cuchichear. Suenan sumamente similares los dos vocablos.
Y lo veo como una prueba más de lo mucho que debe el sur de Italia a la cultura catalano-aragonesa (y viceversa). Ellos nos atribuyen, entre otras cosas, el origen histórico de sus poderosas organizaciones criminales de Sicilia o Apulia. Nosotros reconocemos en sus bruschettas una variante de nuestro pan con tomate. Y ellos dicen que nuestro melón con jamón se lo debemos a ellos.
Esto solo por quedarnos en el crimen y la ingobernabilidad (questo paese è ingobernabile, dijo un día de España Don Amade, dando el portazo y zafándose de la corona) y en el plato, sin entrar en más zarandajas.
Pero lo que es seguro es que los políticos italianos tienden a cuchichear y pastelear tanto y tan bien como los carpetovetónicos. En ambos magníficos países se pastelea y se cuchichea de maravilla.