
Brujas y labradores.
Me uno, cómo cualquier bien nacido, si bien simbólicamente y a mi modo, a la huelga feminista que tiene lugar hoy en España. Lo hago a mediodía, quedándome parado y en silencio unos instantes en la explanada del Castle, en Edimburgo, en el mismo lugar donde en los siglos XIV y XVII se fueron quemando en la hoguera a más de tres centenares de mujeres acusadas de brujería.
Aquellas infelices “brujas”, a su modo, fueron las feministas de primera hora. Y la brutal represión que sufrieron es el más obvio, gráfico y lacerante testimonio de esa misoginia incrustada en la cultura judeocristiana.
Abandono la explanada y camino hacia abajo, por la Royal Mile. Allí me consuela ver la gran estatua, bigger than life, del Duke of Buccleuch, que fue todo un benefactor de la Humanidad. ¿Por qué? Pues por qué al parecer este aristócrata escocés fue quien trajo de Terranova a los primeros perros de raza Labrador que llegaron a Europa y comenzaron a criarse en este continente.
Así que hay que hay que agradecer a Walter Francis Montagu Douglas Scott, la existencia de Mao, que es además de un amigo que jamás me falla y jamás me juzga, la imagen de mi avatar en Tumblr. Sin Mao, y creo que en general sin los labradores, el mundo sería un poco más invivible.