Joludi Blog

Mar 17
La Sombra de Dios.
¿Hay que ser un genio para entender eso del Big Bang? me pregunta Mercedes, que se ha frustrado intentando leer, por enésima vez, ese libro indigerible que todo el mundo tiene pero nadie ha leído llamado Breve Historia del...

La Sombra de Dios.

¿Hay que ser un genio para entender eso del Big Bang? me pregunta Mercedes, que se ha frustrado intentando leer, por enésima vez, ese libro indigerible que todo el mundo tiene pero nadie ha leído llamado Breve Historia del Tiempo.
Ni siquiera siendo un genio, me temo.
Acaso podríamos aspirar a intuir algo sobre el Big Bang diciendo primeramente que la Teoría de la Relatividad General nos enseña que el Tiempo y el Espacio son dos ilusiones que tan solo nos sirven, y muy bien, para comprender la realidad elemental y cercana que nos rodea, pero que no valen para explicar la verdadera naturaleza del Universo.
No hay Espacio absoluto que valga. No en el sentido habitual que le damos a la palabra. Ni siquiera podemos determinar un verdadero marco de referencia común para situar las cosas. Lo único que parece haber ahí fuera son campos de fuerza gravitacionales curvados. Campos de fuerza que vienen a ser como railes de tren por los que circula la materia, que a su vez los crea y los deforma. Esos campos de fuerza son la única naturaleza concebible del Espacio.
Del mismo modo, donde tú crees que hay un aquí, en realidad no existe nada.
No hay Tiempo absoluto que valga. No en el sentido habitual que le damos a la palabra. Mi tiempo, aquí, no es tu tiempo, allá. En el cosmos no tiene sentido hablar de simultaneidad. Y si no se puede hablar de simultaneidad, no se puede hablar de Tiempo absoluto.
Lo que tú llamas “ahora”, y por lo tanto lo que tu entiendes por “Tiempo” no es más que un espejismo, una fantasía de tu cerebro. Una fantasía muy persistente, ciertamente.
Así que sin ahoras y sin aquís, tan solo podemos hablar de espacio-tiempo, esa entidad en la que los aquís y los ahoras se combinan. Y es en esa entidad bidimensional donde los aquí/ahora tienen sentido.
El espacio-tiempo einsteniano es la única realidad en la que la física moderna nos permite concebir las cosas. Una realidad de fondo para las cosas que se deforma por el efecto gravitacional de esas mismas cosas.
El cuándo einsteniano depende del dónde einsteniano. Ese dónde es relativo a algún cuándo. Solo es unívoco referirse a un cuándo si se relaciona con un dónde.
Entonces, habiendo previamente establecido que el espacio-tiempo es el invisible lienzo en el que se sitúan las cosas, se llega a la certeza que ese espacio-tiempo se está expandiendo (nos lo demuestran las observaciones astronómicas).
Y si se expande incansable el espacio-tiempo, es plausible que en algún momento haya sido algo muy, muy pequeño.
Es decir, podemos concebir, mirando hacia atrás, un punto de singularidad en el que todo comenzase, tanto el espacio como el tiempo, o mejor dicho, en el que comenzase el espacio-tiempo. Y no nos  está permitido pensar en lo que había antes o lo que existía fuera de ese punto de singularidad porque esa singularidad es justamente el punto de partida del espacio y del tiemop, o más bien del espacio-tiempo.
Ese punto de singularidad fue inicialmente imaginado por un sacerdote sumamente docto en física, el padre Lemaître, el de la foto con Einstein, que creyó ver ahí la sombra de Dios. Mas tarde, Hubble, bromeando y un tanto descreídamente, lo llamó “Big Bang”.
Hawking profundizó como nadie en este concepto del Big Bang, derivado del espacio-tiempo Einsteniano y de las observaciones astronómicas. Y dedicó no poco esfuerzo a divulgarlo e intentar hacerlo comprender. En esto no tuvo mucho éxito, la verdad. Su “Brief History of Time” resulta ser absolutamente ininteligible para el común de los mortales, por mucho que se hayan vendido decenas de millones de ejemplares.
Pero es que la dificultad de comprensión del Big Bang se deriva precisamente de la dificultad de comprender el espacio-tiempo. Nuestro cerebro, como nos decía Kant, solo alcanza a ver las cosas en el espacio y a concebir los momentos en el tiempo. No hemos nacido para comprender o visualizar el endiablado espacio-tiempo. Y del mismo modo, tampoco hemos nacido para comprender el Big Bang. Nos podemos limitar a creer en él, a tener fé ciega en él, que es lo mismo que nos va a ocurrir en relación con otros muchos avances de la física contemporánea.
Y esto es algo curioso. Porque, esto, para el común de los mortales, implica que la ciencia empieza a ser algo indistinguible de la magia. O de la religión. El padre Lemaître debe sonreir desde su tumba.


  1. infinismundi ha dicho: Si el universo en algun momento, por efecto d la gravedad, empieza a contraerse llegará un momento en q todo el universo este concentrado en un espacio hiperpequeño, como un aguj negro universal, q explotará en un nuevo big bang, con otras leyes quizas, y asi ad eternum
  2. missimpar ha dicho: En mi caso, casi todo se reduce a un acto de fe. Mis limitaciones intelectuales ,mi ignorancia en tantos campos me avocan a auténticos actos de fe. La voluntad de creer en la ciencia, de comulgar con el ateismo, de militar en el feminismo, y un largo etc. Probablemente esté demode reconocerlo, pero el voluntarismo es en ocasiones la única salida que encontramos aquellos que nos quedamos a medias en la comprensión.
  3. joludi ha publicado esto