
Biofilia
Se usa el término biofilia para definir la hipótesis según la cual el hombre, para desarrollarse plenamente, tiene necesidad de una relación profunda con la Naturaleza. El término lo introdujo Erich Fromm (contraponiendo biofilia a necrofilia) y lo definió como el amor apasionado por la vida y todo lo que está vivo. Luego desarrolló el concepto, en forma de hipótesis científica, el admirable Edward O. Wilson, que tituló con esa palabra un libro publicado hace treinta y tantos años. Yo me adhiero a ese amor a la vida, aunque solo sea por el amor a la libertad. El mundo entero, la inmensidad del universo-decía Grossman-revela la sumisión pasiva de la materia inanimada; solo la vida es el milagro de la libertad.
Cada día surge algún resultado científico que abona la hipótesis de Fromm/Wilson y la biofilia. Por ejemplo, hace unos días, se ha publicado un estudio realizado por el neurólogo Payam Dadvand, del Instituto para la Salud Global, de Barcelona, según el cual los escolares que viven en áreas con arbolado, tienen cerebros con mas porcentaje de materia gris y blanca que sus coetáneos crecidos entre el cemento y el asfalto.
Los griegos nos enseñan que la astucia era cosa de los habitantes de la polis (la misma etimología de la palabra astuto indica este punto, pues proviene de άστυ, ciudad en sentido físico, no político ). Pero va a resultar que es justo al revés. La ciudad nos hace un poco más estúpidos. O mucho más.