Me dice un amigo que mis post, cuando son demasiado largos y densos en exceso, no le gustan mucho. En cambio, le respondo, a mí sí me gusta escribirlos. Y ciertamente yo pongo mis humildes pensamientos por escrito solo por gusto, y nada más que por gusto.
Pero mi amigo tiene razón. Lo tedioso es irrelevante. Siguiendo a Calímaco (μέγα βιβλίον μέγα κακόν, libro grande, gran porquería…) Voltaire despreciaba las obras voluminosas y caras. Decía Voltaire que “veinte volúmenes en folio nunca harán una revolución”. Y que “son los pequeños panfletos de bolsillo de 30 centavos, los que merecen ser terminados”. Eso lo decía el genio ilustrado un siglo antes del Manifiesto. Y dos siglos largos antes de que llegasen las dichosas (pero omnipotentes) frasecitas de 170 caracteres.