Joludi Blog

Jul 8
Blanco, brillante.
Al hilo de la noticia sobre el enésimo caso en el que un energúmeno acuchilla en una noche de verano a su compañera, Marta me pregunta por qué se llama arma blanca a un arma tan negra como el ensangrentado cuchillo.
Esto demuestra...

Blanco, brillante.

Al hilo de la noticia sobre el enésimo caso en el que un energúmeno acuchilla en una noche de verano a su compañera, Marta me pregunta por qué se llama arma blanca a un arma tan negra como el ensangrentado cuchillo.

Esto demuestra que Marta no lee todos mis posts porque creo haber respondido ya a esto hace algún tiempo, aunque no recuerdo cuándo. 

Simplemente ocurre, le digo, que en las profundidades del lenguaje, blanco y brillante son casi sinónimos. La hoja asesina brilla y es por ello blanca. El cuchillo es, entonces, un arma blanca.

Es un tema muy interesante porque esa vinculación blanco/brillante evoca inesperados puntos comunes entre la forma de pensar y hablar de muy diferentes culturas.

Nuestro blanco es palabra de origen germánico, y se relaciona con el aleman blinken, brillar o con el inglés blink, brillo, ambos herederos de la raíz protoindoeuropea bhel, con el significado de producir destellos o arder.

El inglés white, por su parte, se deriva del germánico weiss, que a su vez está relacionado con el sánscrito svetah, que nos evoca el significado de blanco (y de santo también). 

Y en cuanto a bright, deriva en última instancia del protoindoeuropeo bhereg, brillar, blanquear…

Pero lo fascinante es que también en las lenguas semíticas, y no solo en las indoeuropeas, se da la conexión. 

La raíz semita hzr tiene ese doble o triple significado que nos lleva a lo que brilla, a lo que florece, a lo que es blanco. La blancura del azahar (cuya flor se estampaba en los azarosos dados de los árabes), el místico esplendor (y la santidad) del Zohar judío, la salada claridad de la gaditana Zahara de los Atunes o la refulgencia de los palacios que Abderramán III ordenó construir junto a Córdoba nos conduce en todos los casos a esa raíz semítica hzr: blanco, brillante.

Así que ha de haber algo en el inconsciente colectivo que vincula lo blanco con lo refulgente y lo refulgente con lo santo o sagrado. Y es por tanto una triste paradoja que se siga llamando arma blanca al negro filo del cuchillo criminal. Ni blanco. Ni brillante.


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