Arabia Infeliz
Llegan esta mañana noticias de que casi medio millón de niños están a punto de morir de hambre en Yemen, por obra y gracia de la agresión bélica de los poderosos vecinos. Otra anotación más en el debe de la infame teocracia saudí.
Medio millón de niños agonizando en la tierra que los antiguos llamaban Arabia Felix. Toda una ironía.
Aunque hay que recordar que ese adjetivo felix no se debió traducir nunca como feliz. Porque además quizá nunca respondiese esa acepción a la realidad. Ni antes ni ahora.
Felix en latín significa propiamente productivo, abundante. Es palabra que se deriva del griego phyo (fecundar) o mas probablemente del griego felazo, es decir, dar de mamar (sí, sí, lo que te ha venido a la mente ahora, amable lector, es muy correcto…).
Esta relación entre felicidad y amamantamiento justifica lo que el profesor Gustavo Bueno sostenía cuando vinculaba la dicha a la leche materna, aunque, curiosamente, él pensaba que esa vinculación provenía de la palabra latina “laetitia”, que incorrectamente el muy sabio profesor asociaba a leche. Para el profesor Bueno, un hombre feliz era, en su esencia etimológica, un mamón. Y lo curioso es que tenía toda la razón filológica. Aunque por razones distintas a las que él imaginaba…
Los antiguos griegos también calificaban al actual Yemen como la Arabia Feliz. Pero el término que usaban, esto es, εὐδαιμονία, tampoco significaba propiamente dichosa, sino simplemente cuidada o atendida por los dioses, dada la relativa abundancia de agua caída del cielo en esos parajes, en contraste con la Arabia seca.
Pero ahora los dioses parecen haber abandonado la antaño Arabia Feliz. En su lugar surcan el cielo los bombarderos saudíes de fabricación norteamericana, que arrojan sin piedad sobre civiles esas bombas pretendidamente inteligentes, fabricadas, en no pocos casos, como sabemos, por empresas de aquí.
Arabia Infeliz. Más que nunca. Con hambre y bombas.
