Joludi Blog

Dic 17
Giros frontales y vasos de agua.
Se suele decir que el optimista es el que ve el vaso medio vacío, mientras que el pesimista es el que lo ve medio lleno.
En realidad, esto no es exacto.
Tanto el optimista como el pesimista tienen la misma visión del...

Giros frontales y vasos de agua.

Se suele decir que el optimista es el que ve el vaso medio vacío, mientras que el pesimista es el que lo ve medio lleno.

En realidad, esto no es exacto.

Tanto el optimista como el pesimista tienen la misma visión del vaso. Y en su valoración, es seguramente irrelevante la expresión que utilicen para definir su estado.

Lo que diferencia al optimista del pesimista es que el optimista considera que la pérdida de la mitad del líquido no es muy mala noticia, después de todo. 

Por contra, el pesimista considera una pequeña tragedia que ya haya desaparecido el líquido de nada menos que medio vaso.

La neurociencia tiene bien probado que el cerebro de todos los seres humanos se desencadena con parecida intensidad la misma grata inundación cerebral de dopamina frente a las buenas noticias, o ante la constatación de hechos favorables.  

Sin embargo, la forma en que se ponderan las malas noticias o las amargas evidencias, varía mucho según los individuos.

Esto se debe a que las buenas noticias activan el giro frontal inferior del hemisferio izquierdo del cerebro. Mientras que las malas hacen lo propio con el giro frontal inferior del hemisferio derecho. 

Ocurre que el funcionamiento del giro frontal inferior izquierdo es muy similar en cada persona, en tanto que el funcionamiento del mismo sector del cerebro en el hemisferio opuesto presenta sorprendentes variaciones en los diferentes individuos. 

Y sucede que el optimismo y el pesimismo no son otra cosa sino el resultado del delicado balanceo entre estas dos zonas.

El optimista no reacciona suficientemente ante lo malo. 

El pesimista lo pondera en demasía.

Esta es la verdadera diferencia. Olvídate de cómo llamen o dejen de llamar al vaso. Si acaso, por seguir con el dichoso vaso, podríamos decir que el optimista es simplemente alguien a quien le trae más o menos sin cuidado que el vaso ya se haya vaciado en su mitad…

El optimismo no es sino aquello que nos caracteriza hasta el momento en el que comprendemos el verdadero alcance de un problema.

En la especie humana, según parece, hay más optimistas que pesimistas. Y no podría ser de otro modo. 

Porque el pesimismo (es decir, el mencionado desequilibrio entre los giros frontales inferiores de cada hemisferio) es la puerta de acceso a la depresión. 

Si no fuésemos en general optimistas, andaríamos todos camino de la melancolía. La depresión viene a ser algo como el pesimismo crónico y profundo.

Sí. Casi todos somos, gracias a Dios, un poco optimistas. O mucho. 

Y, por cierto, quizá relacionado con este optimismo generalizado, casi todos pensamos que somos bastante mejores de lo que realmente somos. 

Hay muchos experimentos que prueban que cada individuo se considera mejor que la media, y se ha demostrado que cada persona cree saber que este año próximo va a ser mejor que el anterior, que a él no le van a ocurrir accidentes de tráfico o que su equipo favorito ganará este año, por fin, la Liga…

Consuela entonces un tanto saber que nuestro engreimiento y nuestro ciego optimismo es, después de todo, el mero  resultado de la caprichosa forma en la que la evolución ha ido modelando nuestro cerebro.


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