Este es mi mundo.
Mae West decía “cuando soy buena, soy buena, pero cuando soy mala, soy aún mejor”.
Lo mismo le pasa a la publicidad.
Sí. A los buenos publicitarios les debemos mucho, porque a veces hacen pequeñas joyas de creatividad relacionadas con los productos que anuncian.
Pero tal vez a los malos publicitarios les debemos mucho más, porque olvidándose del producto que debieran anunciar, hacen verdaderas obras de arte, creaciones poéticas llenas de lirismo…y completamente inútiles desde el punto de vista de la venta.
Este es el caso de este spot que he encontrado esta mañana. Es un pequeño poema visual que nos dice que el mundo entero nos pertenece, con todos sus tesoros. Una mentira ciertamente, pero una deliciosa, bella mentira. Una mentira muy bien dicha. Tan bien expresada, que incluso llegamos a creerla.
“Este es mi techo”, dice, y nos muestra el grandioso firmamento. “Esta es mi piscina”, nos cuenta, mientas vemos un soberbio plano del océano. “Este es mi aliento”, nos sugiere, al tiempo que las imagenes nos enseñan un inmenso campo de espigas agitado por el viento. “Esta es mi lámpara de noche”, nos dice la aterciopelada voz mientras vemos el más maravilloso crepúsculo de luna que jamás nos haya sido dado contemplar…
¿Qué anuncia? Ni me acuerdo, ni me importa. Creo que es un Operador Móvil de oriente medio. Nunca oí su nombre y seguramente nunca lo volveré a oir. Pero les agradezco a estos señores que hayan pagado religiosamente por un anuncio que ha movido algo en el interior de mi alma.
Y chapeau para los creativos que han conseguido convencer al cliente de financiar este delicado capricho visual.
