El genial E.O Wilson nos explica los dos o tres rasgos básicos de la naturaleza humana. Somos, en primer lugar, criaturas no solo sociales (como los lobos, por ejemplo), sino eusociales: hemos aprendido a hacer en el macromundo lo que las hormigas han conseguido en el micromundo, esto es, cooperar hasta el límite para sobrevivir. E incluso somos capaces sacrificarnos como individuos por la tribu o por la familia cuando es necesario.
En segundo lugar, somos seres terriblemente dominantes y territoriales, y quizá lo somos precisamente porque nuestra eusocialidad nos permite serlo. Solo por eso. Una vez descubierta un arma poderosa, se acaba usándola.
La cara positiva de esta combinación de eusocialidad y territorialidad es la civilización y sus maravillas.
La cara negativa es la violencia y la destrucción de la Tierra.
¿Qué primará a largo plazo, civilización o destrucción? Wilson, el viejo Wilson, es pesimista.
Pero hay que creer en los milagros. Especialmente hoy, que parece ser que es el Día de la Tierra. Mañana será otra cosa.