Joludi Blog

Dic 15
La Broma de Lucifer (o de Lilith).
“Una vieja historia yiddish cuenta que cuando el buen Dios terminó su arduo trabajo en la Creación, contempló desde una montaña lo mucho que había hecho. Ante su mirada se extendía un inmenso mundo lleno de toda...

La Broma de Lucifer (o de Lilith).

“Una vieja historia yiddish cuenta que cuando el buen Dios terminó su arduo trabajo en la Creación, contempló desde una montaña lo mucho que había hecho. Ante su mirada se extendía un inmenso mundo lleno de toda clase criaturas agitándose de aquí para allá por los bosques y las aguas. Ni siquiera los gusanos más minúsculos podían escapar al ojo divino.
En este momento de serenidad y descanso, Lucifer o Lilith (no lo deja claro la leyenda) se acercaron hasta donde estaba Dios y en tono de broma le dijeron, “Has creado muchos seres distintos, pero tendría mucha gracia que creases también un ser que pudiese ser cualquiera de los otros a voluntad…”
Dios valoró y valoró la sugerencia del Diablo. Y, no se sabe muy bien porqué, pensó que era una broma interesante la que le había propuesto Lucifer (o Lilith, que seguimos sin tenerlo claro). Entonces, el todopoderoso tomó un puñado de barro y dio forma a un extraño animal que no tenía alas, ni aletas, ni colmillos, ni garras…Un animal que ni siquiera estaría dotado de una verdadera piel cubierta de pelo, como la de otros animales. Porque de lo que se trataba es que esa criatura pudiese ser muchos animales, tal como había sugerido jocosamente Lucifer (o quizá fuese Lilith, no me puedo pronunciar respecto a este punto).
Y así es como fue creado el hombre.
Aunque todas las criaturas de la Creación habían sido creadas en parejas, Dios sólo creó un espécimen del hombre, porque al fin y al cabo, una broma es una broma, y tampoco es cuestión de llevarla demasiado lejos.
Tan pronto estuvo terminada la figura, Dios la ordenó que se moviese. Pero nada en absoluto ocurrió. La criatura de barro no parecía obedecer el mandato divino, y seguía inmóvil en el suelo. Dios, un tanto contrariado, se vió obligado a soplar su divino aliento sobre el muñeco de barro, para lograr animarlo. Esa es la razón por la que desde entonces, el hombre siempre se ha considerado a sí mismo una especie de criatura de origen divino.
Y así es como empezó la existencia de la única criatura, de piel desnuda, sin alas ni aletas, sin colmillos ni garras, que, por una broma divina, puede ser todas las criaturas a la vez, y ponerse la piel de cualquier otro animal.
Porque mientras que un zorro es un zorro, y un lobo es un lobo, y un oso es un oso, el hombre en cambio puede ser un cordero hoy, y un lobo mañana. Puede jugar a ser una paloma por la mañana y ser luego un halcón cuando cae la tarde.”


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