Pero nos llegan también, de vez en cuando, limpios estallidos de luz.
Como la historia de Laxmi Sargara, de la que tanto se ha hablado en estos días. Y con razón.
Ya sabes. Los padres la ofrecieron como futura esposa para el hijo de otra familia, aún más humilde, y previa entrega de la correspondiente dote. Ella solo tenía 1 año de edad. Ambas familias pactaron según la tradición, y la dejaron asignada como prometida legal de Rakesh, que también era un bebé.
Ahora, 17 años después, a Laxmi le había llegado el momento fatal de cumplir la promesa paterna y casarse con Rakesh, a quien ella no amaba y quizá apenás conocía.
Pero Laxmi, caso inédito en la India, se ha rebelado. Y con ayuda de los abogados de una ONG ha conseguido anular ese compromiso y ese matrimonio que alguien decidió por ella cuando solo era un bebé.
Su victoria legal, es eso. Un estallido de luz. Lleno de simbolismo, y de alcance universal. Una victoria sobre la oscuridad. Como un relámpago en la tiniebla.
Justo lo que indica el nombre de Laxmi, que es también el nombre de una diosa protectora y benevolente. Laxmi es resplandor, belleza…Y es palabra del hindi que viene de la misma raíz sánscrita “lak”, de dónde a su vez nos llega nuestra “luz” o nuestro “lustro”. O el griego “leuco”, blanco…
“Via, via con me”, cantaba el gran Paolo Conte, “nada te une a este tiempo gris…”.
Pues sí. Nada nos une a un tiempo oscuro. Via, via con Laxmi, la victoriosa, la luminosa, la protectora de la belleza.