Joludi Blog

Dic 21
Ajo.
En el último número de El País semanal se publicó un reportaje sobre una poetisa que está teniendo mucho éxito con sus recitales en directo y con su divertido concepto de “micropoesía”. Se trata de Ajo Martín. También ha hablado de ella El Mundo...

Ajo.

En el último número de El País semanal se publicó un reportaje sobre una poetisa que está teniendo mucho éxito con sus recitales en directo y con su divertido concepto de “micropoesía”. Se trata de Ajo Martín. También ha hablado de ella El Mundo y otros importantes medios.
A mí me parece esperanzador que en esta sociedad tan filistea, salga una poetisa y triunfe. Es una brisa fresca entre tanto bochorno cultural. Bochorno en el doble sentido.
Ajo es inspirada y divertida. En sus espectáculos comienza diciendo “No se que os imagináis, pero esto no va a ser para tanto, así que espero que vengáis impresionados desde casa”. Es inteligente: “al contrario que el resto de las modelos, yo sólo hablo de mi vida privada”. Es aguda: “...cuando callo es cuando hiero”. Es lírica: “te voy a tener que matar/no me queda otro remedio/el día menos pensado/ te encuentran cosido a besos
Ajo combina el amor y el humor como lo hacía la inolvidable Gloria Fuertes: “Te adorararé siempre/y me importas un pimiento/todavía no riman/pero ya rimarán con el tiempo.“ Y tiene a veces el ingenio poético conciso, relampagueante, rabioso y surrealista de un Gómez de la Serna y sus greguerías: “dijiste te amo y el desamor fue ciencia”.
Pero sobre todo, Ajo me recuerda mucho a Qabanni y sus quiebros conceptuales, en los que lo más prosaico se metaboliza mágicamente en pura poesía por el arte de birlibirloque de la creatividad del autor : “vaticinan una trágica epidemia/mundial de la enfermedad cardiovascular…”
Que una mujer así triunfe y llene las salas con sus recitales de “micropoesía” me resulta reconfortante. Nos redime de tanto “mojinos escocíos” y televisión basura.
Y para celebrar mi alegría, copio uno de los magníficos poemas de Quabanni.

Me juego cinco a que Ajo lo conoce. Y lo emula. Hace bien.

DIARIO DE UN LOCO

Si grito:

“te quiero mucho”,

no me acalles.

Si pierdo la prudencia

y ciño tu cintura en la acera,

no me regañes.

Si destello en la reja de tus pechos,

como el relámpago, alguna noche,

no me apagues.

Si me desangro, como un gallo herido, en tus brazos,

no me cures.

Si transgredo las normas y las costumbres,

no me reprendas.

Ahora estoy en trance de la suprema locura.

Perderás la ocasión de tu vida

si no aprovechas mi locura.



Si me desbordo, como el mar, por tus playas,

no me contengas.

Si un día pido refugio al kohol de tus ojos,

no me arrojes.

Si me quiebro en fragmentos de luz sobre tus pies,

no me moltures.



Si cometo un crimen de amor,

si el color bronceado, fermentado en tus hombros, sacude mi fe,

si me comporto como un niño travieso

y empapo tu pezón de vino…

no me pegues.

Ahora estoy en trance de la gran locura.

Perderás la ocasión de tu vida

si no aprovechas mi locura.



Si escribo en pétalos de rosa

que te quiero…

te ruego que me leas.

Si duermo como un niño en los bosques de tu pelo,

no me despiertes.

Si te llevo por dote la leche de los pájaros,

no me rechaces.

Si envío mil cartas de amor

para ti…

no las quemes abrasándome.



Si algún día te ven conmigo en los cafés de la ciudad,

no me ignores:

todas las mujeres de la ciudad conocen mi debilidad por la belleza

y el origen de la poesía y del jazmín.

¿Cómo fingir?

Si estás pintada en las aguas de mis ojos.

Ahora estoy en trance de la luminosa locura.

Perderás la ocasión de tu vida

si no aprovechas mi locura.



Cuando el vino francés

desprenda las horquillas de tu pelo sin disculpas,

y me cerque el trigo,

me ciña la noche,

me rodee la mar

y comience a pastar, como loco, la hierba de los campos,

sin saber dónde está mi derecha

ni mi izquierda.



Cuando el vino francés

borre las antiguas fronteras entre mi existencia y mi suicidio,

te ruego, en nombre de todos los locos, que me comprendas.

Te ruego, cuando el vino diga algo inoportuno

del amor, que me perdones.

Ahora estoy en trance de la hermosa locura.

Perderás la ocasión de tu vida

si no aprovechas mi locura.



Cuando el vino francés

borre los rostros,

las líneas,

y los ángulos,

y no quede más mujer que tú

ni más hombre que yo.

Cuando no sepa dónde están tus manos

y dónde están las mías,

cuando no sepa distinguir el vino

de mi sangre,

cuando no sepa distinguir el lenguaje de tus manos

del de los espejos,

cuando al final de la noche me haga añicos,

me cerque el deseo

y me cerque el kohol,

y se me olvide mi nombre

y mi dirección,

y se me olviden los nombres de todos los barcos,

te ruego, estrellado, que me recojas,

te ruego, roto, que me pegues,

te ruego, muerto, que me resucites.

Ahora estoy en trance de la gran locura.

Perderás la ocasión de tu vida

si no aprovechas mi locura.



Cuando el vino francés

despoje del cuerpo asiático el quimono,

y de la oscuridad del pecho salgan la aurora,

la golondrina,

el coral,

el cobre, el té, el marfil

y otras cosas.

Cuando el vino francés

suprima todas las lenguas,

reduzca todas las culturas a cero

y todas las civilizaciones a cero,

y convierta tu boca en un jardín de rosas

y convierta mi boca en cincuenta bocas.

Cuando el vino francés anuncie al final de la noche

que eres la más hermosa de las mujeres,

y tu estatura y tu cintura las más armoniosas,

cuando anuncie que todas las bellezas del mundo son prosa

y sólo tú eres poesía,

en nombre de todos los borrachos,

en nombre de todos los confusos,

en nombre de todos los que sufren la maldición del amor,

te ruego que no me maldigas.

En nombre de todos los que sufren la herida del corazón,

te ruego que no me hieras.

Ahora estoy en trance de la suprema locura.

Perderás la ocasión de tu vida

si no aprovechas mi locura…


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