Joludi Blog

Dic 29
Toda la Sabiduría del Universo.
“Una leyenda de la india habla de un poderoso rey que murió demasiado pronto. Su hijo, el heredero, aún era muy joven por entonces y no se sentía debidamente preparado para las tareas de gobierno. Por eso, cuando subió...

Toda la Sabiduría del Universo.

“Una leyenda de la india habla de un poderoso rey que murió demasiado pronto. Su hijo, el heredero, aún era muy joven por entonces y no se sentía debidamente preparado para las tareas de gobierno. Por eso, cuando subió al trono, su primera orden fue enviar un gran número mensajeros reales a todos los rincones del mundo a fin de traer hasta el palacio todos los libros que pudiesen ayudarle a descubrir cómo actuar y cómo decidir, con prudencia y en beneficio de sus súbditos.
Al cabo de cuatro años, los enviados estuvieron de vuelta. Era una interminable comitiva de carromatos cargados hasta arriba de gruesos libros. Miles y miles de volúmenes sobre todos los aspectos del saber humano. Allí estaba incluso la famosa Enciclopedia de Cang Xi, con sus 23.000 volúmenes.
El joven rey se asombró ante tal cargamento. Y abrumado por la tarea que parecía esperarle, convocó a los letrados del reino y les pidió a cada uno que, estudiando los diferentes libros que ahora ocupaban los almacenes del palacio, escribiesen no más de cien libros en los que se describiese lo más importante de la sabiduría y los conocimientos del ser humano.
Los letrados del rey tardaron cuarenta largos años en preparar los mil libros en los que, con todo detalle, se describía cuanto es posible saber sobre los temas más diversos. Con gran satisfacción, el jefe de los letrados presentó al rey un gran baúl que contenía los 1000 gruesos volúmenes.
Al contemplar el baúl, el rey, que ya no era joven y había perdido buena parte de la agudeza visual de su juventud, pidió a uno de sus visires que enviase el baúl urgentemente al monasterio de la Flor Blanca, donde habitaban los monjes más sabios del reino. Aquellos monjes deberían preparar una cuidadosa síntesis de cada libro, resumiendo en un sencillo papel lo más esencial, y sólo lo más esencial, de cada volumen.
La tarea no era fácil, ni siquiera para los sabios y laboriosos monjes del monasterio de la Flor Blanca. Hubo que esperar 7 años más para contar con los resúmenes, cuidadosamente escritos en el sánscrito más puro.
En una preciosa caja lacada, el viejo abad del monasterio, considerado unánimente como el hombre más sabio del reino, llevó personalmente hasta palacio el resultado del trabajo de sus monjes a fin de presentárselo al soberano.
Pero el rey, por desgracia estaba ya muy enfermo. Agonizaba. Recibió con alegría el presente del abad, pero sus ojos habían perdido ya la luz y no le era posible ni siquiera echar un vistazo a aquel puñado de preciosos resúmenes que contenían todo el saber universal. Así que el monarca, sabedor de que se hallaba en sus últimas horas, le suplicó al sabio abad que allí mismo, sin esperar más, hiciese un esfuerzo supremo por sintetizar en pocas palabras toda la sabiduría que había traído en esos resúmenes.
El abad se quedó pensativo. Pasó un minuto en absoluto silencio. Y otro. Y luego otro. El rey esperaba ansioso la respuesta del abad, que no llegaba. No quería morir sin conocer cuál sería el resumen de toda sabiduría humana.
Al cabo de una hora, el abad abrió por fin la boca.
–La sabiduría y los conocimientos del hombre– dijo–se sintetizan en sólo tres palabras.
–¿Tres palabras?–replicó el rey asombrado–¿y cuáles son esas tres palabras?
–Vivir el momento–contestó el abad.”


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