Joludi Blog

Feb 20
Una mujer recuerda fotográficamente cada instante de su vida: la memoria más prodigiosa jamás vista.
John Irving sostenía que nuestra memoria es un monstruo. Nosotros olvidamos, decía, pero ella no. Ella simplemente archiva en algún lugar nuestras...

Una mujer recuerda fotográficamente cada instante de su vida: la memoria más prodigiosa jamás vista.

John Irving sostenía que nuestra memoria es un monstruo. Nosotros olvidamos, decía, pero ella no. Ella simplemente archiva en algún lugar nuestras vivencias. Y las invoca según su propia voluntad. Nosostros pensamos que tenemos memoria, pero en realidad es ella quien nos tiene a nosotros.
Esta idea de la memoria como un monstruo cruel y arbitrario debe resultarle sumamente familiar a una mujer de California, de 42 años, que responde a las iniciales de AJ. Ella no sabe olvidar.
AJ recuerda cada día de su vida desde que tenía 16 años. Pero no es una mera evocación difusa. Es un recuerdo fotográfico. O más bien cinematográfico. Porque cada uno de los instantes de su vida, con todos sus detalles, se proyecta en la imaginación de esta mujer como una película interminable. Y lo peor es que se trata de un proceso que ella no puede controlar. Su sobrehumana memoria la abruma.
AJ recuerda perfectamente qué hizo y dónde estuvo un día cualquiera de hace, por ejemplo, 23 años. Sabe lo que desayunó aquella mañana. Y puede describir lo que ocurría en la serie de televisión que se emitía por la noche. Todo con absoluto detalle.
Un equipo de investigadores de la Universidad de California, encabezado por el neuropsicólogo James MgGaugh llevan cierto tiempo analizando el cerebro de AJ. Consideran que se trata de la memoria más prodigiosa jamás conocida por la ciencia. Incluso han dado un nombre específico a este tipo de casos médicos sumamente raros: “síndrome hipertimésico”.
El caso de AJ pone de manifiesto que saber olvidar puede ser tan importante como saber recordar. El hecho de que nuestro cerebro sea capaz de borrar elementos de información de la memoria resulta ser, después de todo, una bendición. No podríamos sobrevivir con la carga de una vida completa de recuerdos. Hay unas cuantas cosas que necesitamos olvidar para seguir respirando. Y hay otras muchas que realmente no merece la pena en absoluto recordar.  Si olvidarlo todo es morir, recordarlo todo es simplemente dejar de vivir . Marvin Minsky, el padre de la informática, estaba totalmente equivocado al decir que es una lástima que el hombre solo sea capaz de recordar unos 30 millones de bytes después de 100 años de vida. Esos 30 millones de bytes (que cabrían holgadamente en un CD) son quizá lo máximo que podemos o debemos recordar para que nuestra vida sea tolerable. Ahora que todo el mundo se esfuerza por potenciar hasta el límite su memoria, recurriendo incluso a adminículos como el popular Brain Trainer de las Nintendos, cabría evocar aquel sabio dicho de los antiguos griegos: “los dioses se suelen mofar de los mortales concediéndoles a veces la plenitud de alguno de sus temerarios deseos.”