Joludi Blog

Jul 31
Lacan y el tedio.
Cuentan que Lacan pasaba unos días en la mansión milanesa de Elvio Fachinelli. Una noche, mientras los invitados disfrutaban de una animada sobremesa, Lacan llamó la atención de los comensales respecto al anfitrión, que dormía...

Lacan y el tedio.

Cuentan que Lacan pasaba unos días en la mansión milanesa de Elvio Fachinelli. Una noche, mientras los invitados disfrutaban de una animada sobremesa, Lacan llamó la atención de los comensales respecto al anfitrión, que dormía beatamente en un sillón. Y, volviéndose a los presentes dijo una de sus frases crípticas y lapidarias: “¿queriáis saber lo que es el placer? He aquí el placer. ¡Este es el principio del placer!”

Se equivocaba Lacan. De medio a medio. Hoy sabemos a ciencia cierta que el circuito del placer no es una laguna de agua estancada como quizá quería ver el psicoanalista galo, sino más bien un enloquecido torrente de dopamina excitando las neuronas en el área ventral tegmental del cerebro. Si Lacan hubiera vivido lo suficiente para leer a David Linden, por ejemplo, se hubiera dado cuenta de que lo contrario del placer no es el dolor. Lo contrario del placer es el tedio. Esto es una gran verdad que la neurociencia ya ha confirmado. Y el tedio, curiosamente, es algo genuinamente humano. Ningún otro animal lo experimenta.


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