Joludi Blog

Mar 14
Moralistas y pirámides tróficas.
Oscar Wilde decía “a man who moralises is usually a hypocrite”, un hombre que moraliza es usualmente un hipócrita. Me viene a la cabeza esta idea cuando leo tantísimas noticias sobre Spitzer, el ya ex-gobernador de...

Moralistas y pirámides tróficas.

Oscar Wilde decía “a man who moralises is usually a hypocrite”, un hombre que moraliza es usualmente un hipócrita. Me viene a la cabeza esta idea cuando leo tantísimas noticias sobre Spitzer, el ya ex-gobernador de Nueva York, que ha sido “cazado” disfrutando de los servicios de la prostituta Dupre y quizá de otras colegas que como ella cobraban más de mil dólares por hora de atención.

Ocurre que Spitzer, judío practicante y creo que bastante ortodoxo, había saltado a la fama política por su cruzada moralizadora. Siempre es igual.

Este tipo de moralistas políticos son gente que trata de imponernos su particular visión sobre lo que debemos hacer y cómo debemos comportarnos. Suelen apelar a su condición de representantes de la opinión pública mayoritaria, pero eso es sólo la tapadera, porque sus verdaderas motivaciones se centran más en sus propios temores interiores, en sus ansiedades, en su sentido de culpa…Todo ello les lleva a intentar que el mundo no pueda hacer aquello hacia lo que ellos se sienten interiormente impulsados.

En muchas ocasiones los moralistas son bien acogidos por la opinión pública. Sus cruzadas venden. Es normal. A la gente que está en una buena posición dentro de la cadena alimenticia les suele venir muy bien el esfuerzo de los moralizadores. A los que están arriba en la pirámide trófica social les parece de perlas que los que están abajo lleven una vida ordenada y virtuosa, que eduquen apropiadamente a sus vástagos, que trabajen disciplinadamente y que paguen religiosamente sus impuestos y sus hipotecas. Ese orden y esa moral ayuda a los de arriba a disfrutar más y mejor de su posición.

Pero presionar a los demás con cruzadas moralistas, rara vez funciona. Y las cosas además suelen acaban como el turbio asunto de Spitzer y otros muchos Torquemadas de la Historia. O como el caso del teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Palma de Mallorca sobre el que empezarán a hablar mucho desde hoy los períodicos. Es un personaje también muy bien situado en la pirámide alimenticia, y que igualmente se ha visto involucrado en turbios escándalos de sexo pagado. Pero pagado en este caso con cargo al erario público. Y eso sí que está francamente mal.

Al menos, Spitzer, parece que pagaba todos esos miles de dólares en el burdel de superlujo con su propio dinerito. Pero este rumboso teniente de alcalde del PP lo hacía con la poderosa Visa del Ayuntamiento mallorquín.


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