La vida se vive con la mente en el futuro, necesariamente. Pero la vida se entiende con la mente en el pasado, de forma igualmente necesaria. Vivimos la vida a priori. Pero entendemos la vida a posteriori. Es una contradicción insoportable. El peñazo de Kierkegaard dijo algo sobre esto, que está muy bien visto. Pero lo oscureció con la habitual palabrería de los metafísicos.