Joludi Blog

Mar 23
Espada y crisantemo.
¿Recuerdas esa foto típica de Japón en la que se ven en primer plano unos sublimes cerezos en flor y al fondo la majestuosa cumbre nevada del Monte Fuji? ¿Te gustaría saber desde donde está tomada, casi siempre, esa imagen...

Espada y crisantemo. 

¿Recuerdas esa foto típica de Japón en la que se ven en primer plano unos sublimes cerezos  en flor y al fondo la majestuosa cumbre nevada del Monte Fuji? ¿Te gustaría saber desde donde está tomada, casi siempre, esa imagen icónica de Japón?. Pues desde el mismo sitio que esta fotografía que hice ayer yo mismo. Desde el mirador del Monte Iwamoto, junto al restaurante La Terrasse.

Sí. Se crea o no, esta horrorosa concentración de casas y fábricas es ShinFuji, la localidad que está a las faldas del monte sagrado de Japón.

Realmente, en Japón no existe-o quizá no ha existido hasta fecha reciente- la más mínima noción de lo que es planificación urbana, suelo clasificado, racionalización de las construcciones. El resultado es un caos increible e inmensamente feo. Las casas no parecen estar dispuestas según ningún tipo de esquema urbanístico, sino que parece que uno de los dioses shintoistas las ha arrojado al azar sobre el terreno. Unas miran para aquí, otras para allá. Unas se arremolinan en torno a una refinería. Otras están  pegadas a un cementerio, que a su vez comparte muros con unos grandes depósitos de combustible, que a su vez limita con una escuela, por encima de la cual pasa una autopista…El resultado es todo lo espantoso que te puedas imaginar. Cuando vas en autobús hacia el monte sagrado, a través de las “calles” de este horrible fistro de poblachón industrial que es Nuevo Fuji (Shin Fuji), en un viaje interminable, con paradas cada 2 minutos, te preguntas si lo del Fuji no será un decorado o una invención de la Oficina de Turismo Japonesa.

Y sin embargo existe. Cuando se disipa la calima, desde el mencionado observatorio de Iwatomo (al que sorprendentemente acabas llegando), se disfruta también la formidable visión de este enorme volcán de 3.770 metros. Y se ve perfectamente esa imagen tan zen y tan sublime que nos han vendido siempre como símbolo del Japón. Otra metáfora de la dualidad de este país. Todo tiene dos caras en este mundo del sol naciente. Cruz y delicia. Hades y Walhala. Ying y Yang. Espada y crisantemo. Como decía precisamente Ruth Benedict en The Crysanthemum and the Sword, “las contradicciones, en la vida japonesa, están precisamente basadas en su visión de la vida, de la misma forma que la uniformidades lo están en la nuestra”.