Joludi Blog

Mar 24
Sakura.
Los legendarios sakuras o cerezos del Monte Iwatomo, que sirven siempre de decorado a la típica postal del Monte Fuji, no han florecido aún. Era de esperar que no tuviesen el detalle de acelerar su floración para permitirme a mí cumplir la...

Sakura.

Los legendarios sakuras o cerezos del Monte Iwatomo, que sirven siempre de decorado a la típica postal del Monte Fuji, no han florecido aún. Era de esperar que no tuviesen el detalle de acelerar su floración para permitirme a mí cumplir la obligación ritual de todo visitante de fotografiarlos en su efímero esplendor. Pero faltó poco. Ayer, 24 de Marzo, ya se empezaban a abrir lo brotes y los fotografié como buenamente pude. La verdad es que en cinco o seis días, aquí, en Monte Iwatomo, se producirá una explosión de belleza como pocas otras en el mundo (dicho sea con todo respeto al valle del Jerte). No tardarán más en florecer estos árboles, porque  los cerezos  japoneses se supone que son tan puntuales como los relojes de cuarzo y los trenes bala, faltaría más. Por supuesto que surgirán el día previsto con la cima nevada del Fuji dominándolo todo.

No me llevo las flores, pero me llevo los brotes. Y mira por donde eso tiene cierta gracia lírica. Si yo fuese japonés y me llamase Toshiro, por ejemplo, escribiría inmediatemente un haiku de tres versos, en primorosa escritura kanki. Un haiku de esos que deben ser sublimes poéticamente y formalmente tan precisos como un reloj Seiko, pero que yo rara vez alcanzo a entender en toda su presunta grandeza, bruto que soy. Mi sublime haiku sería algo así como.

“No había flores en el cerezo,

pero me regaló todos sus brotes,

La  nieve del Fuji al fondo.”

Escribiría esto y me quedaría  tan pancho, en la convicción de  haber contribuido personalmente al glorioso acervo cultural de los haikus japoneses.

Ay si yo fuera poeta japonés…Pero no lo soy, y  no me llamo Toshiro o Momotaro, sino José Luis, que es mucho más prosaico, desde luego. Y no mola para escribir haikus.