Nada de conflictos.
En mi opinión, la Civilización es simplemente tener agua caliente y no decir jamás lo que se piensa. En ambos campos los japoneses sobresalen. De hecho, tienen dos palabras específicas–honne y tatemae–para referirse al arte de ocultar cortésmente lo que se tiene de verdad en la cabeza. Si aquí te encuentras con un amigo y le ves mala cara, no se te ocurre decir que parece pachucho (honne), sino que le dices que le encuentras estupendamente (tatemae). A los nipones no les gusta decir abiertamente “no” a nada, sino que prefieren circunloquios del tipo “en estos momentos eso no presenta un alto grado de conveniencia”. Esta afición por evitar los choques con los demás tiene incluso un rango constitucional. Nada menos que en el siglo VII, el Príncipe Shotoku escribió una especie de Constitución o norma suprema para sus súbditos, en 17 artículos. El primero de los artículos decía: “Valora la armonía y evita el conflicto”.