Joludi Blog

Abr 2
Voume passare.
En la tronchante Bananas, Woody Allen está ligando con Louise Lasser, quien lleva un pin feminista en su solapa. Ella se excusa diciendo que “ser feminista, no significa necesariamente desear la castración del varón…”
Con sólo oir la...

Voume passare.

En la tronchante Bananas, Woody Allen está ligando con Louise Lasser, quien lleva un pin feminista en su solapa. Ella se excusa diciendo que “ser feminista, no significa necesariamente desear la castración del varón…”
Con sólo oir la palabra castración, el pobre Woody se derrumba y se queda hecho polvo.
Pero no debe ser para tanto.
Al menos a juzgar por la investigación que el doctor Wassersug ha realizado…en su propio caso.
Richard Wassersug es catedrático de anatomía y neurobiología en la Universidad de Halifax, en Nueva Escocia. También es un hombre afectado de cáncer de próstata que ha sufrido recientemente una intervención quirúrgica cuya consecuencia ha sido una verdadera castración química (es bastante normal, le ocurre a más de 40.000 norteamericanos cada año afectados de este tipo de tumores).
En lugar de deprimirse por haberse convertido en un eunuco a los 62 años, Wassersug se ha puesto decidido estudiar cuidadosamente los efectos de la desaparición de la testosterona del organismo. Y al parecer, no son tan malas. El eminente doctor explica que la castración ha tenido unas cuantas consecuencias muy buenas, además de frenar el desarrollo del cancer. Wassersug nos cuenta que ha disminuido su grado de agresividad, ha mejorado su capacidad para la empatía y las relaciones con los demás, e incluso ha aprendido a disfrutar de la belleza femenina de una forma más relajada, más espirtitual digamos.
Muy interesante. No hay que extrañarse de esto. Durante muchos siglos, convertirse voluntariamente en eunuco (o por decisión paterna) era una excelente solución para tener expectativas en la función pública, por ejemplo. Ahora obligamos a los jóvenes a opositar durante largos años de encierro, estudiando disciplinada y castamente. En el pasado les castraban sin más. Era más práctico. 
Así ocurría en el imperio bizantino, en las sociedades islámicas primitivas, en el Imperio turco, en las diferentes dinastías chinas. En todos esos sistemas sociales los eunucos consiguieron enormes cuotas de poder y resultados sorprendentes (cómo no recordar por ejemplo al portentoso general bizantino Narses, que con 81 años le faltó poco para reconstruir él solito toda la integridad del imperio romano, siguiendo los pasos de Belisario, eso sí que es ser un machote, pienso yo) .
Y por cierto, es una anomalía que el cristianismo no haya recomendado la castración biológica (aunque siempre y ahora promueve la castración mental). Digo esto el Evangelio (me parece que en San Juan) hay frases que se ponen en boca de Jesucristo, encomiando literalmente a los eunucos voluntarios, que parecen apuntar claramente a esta solución. Pero lo cierto es que la Iglesia-San Pablo- interpretó las palabras de Cristo en forma figurada. El gran filósofo francés Onfray, que sostiene y argumenta muy sesudamente que San Pablo era impotente, seguro que dirá que era absurdo esperar que San Pablo promoviese la castración física, ya que él mismo ya estaba castrado mentalmente.
En fin, que, hala, a tomar nota de lo que dice el doctor Wassersug. Quizá pueda haber por ahí alguno que quiera apuntarse a la terapia de deprivación  androgénica.
Yo, por el momento, como se dice en el italo-portugués macarrónico del mus: voume passare…