Joludi Blog

Abr 5
Mujeres de armas tomar.
Las ya inminentes e inevitables celebraciones del 2 de Mayo de 1808 a mí no me llenan de furor patriótico, ni mucho menos.
Aunque el discurso nacionalista difumina el análisis objetivo, lo cierto es que aquella heroica...

Mujeres de armas tomar.

Las ya inminentes e inevitables celebraciones del 2 de Mayo de 1808 a mí no me llenan de furor patriótico, ni mucho menos.
Aunque el discurso nacionalista difumina el análisis objetivo, lo cierto es que aquella heroica rebelión popular contra los franceses estaba esencialmente relacionada con un ciego apoyo de la gente sencilla a un rey, y por añadidura a un régimen, absolutamente infame.
Se trataba de un rey felón y de un régimen reaccionario a más no poder, que al sobrevivir a la invasión francesa, (gracias al fervor popular, pero también, no lo olvidemos, a las disciplinadas bayonetas de Wellington) sumieron a España en un grave retraso crónico respecto a las potencias europeas y sentaron las bases para los interminables conflictos sociales, ideológicos y militares que salpicaron el siglo XIX y concluyeron con la última guerra civil. A mi modo de ver, al 2 de Mayo le sucede el 18 de Julio, si hacemos abstracción de una interminable lista de conflictos carlistas, guerras en ultramar, décadas ominosas, golpes militares, luchas cantonales, elecciones muñidas, intervencionismo eclesial, caciquismo, oscurantismo y represión.
¿Qué hubiese ocurrido de haber triunfado los franceses en España? Nadie lo sabe. Pero recordemos lo que hace Napoleón cuando en Diciembre del 2008 “se pone las pilas” tras lo ocurrido en Bailén, y acude personalmente a la península como un rayo, ya al frente de los temibles veteranos de la Grand Armée y no de los pobres novatillos de tercera clase con los que cargó Murat en la primavera de 1808. Soldados estos últimos que en muchos casos no eran sino simples muchachos asustados de dieciséis años, apresuradamente reclutados el mes previo, como dejó escrito uno de los asombrados Cronistas de la Villa al contemplar las primeras tropas invasoras y su inesperada escasez de recursos (¡tiraban de sus cañones bueyes, y no mulos!.)
El Bonaparte furioso de fin de año lo primero que hace en la fría noche de Diciembre en que se dispone a entrar en Madrid es dictar un conjunto de importantísimas leyes modernizadoras, entre las que puede citarse, por ejemplo, nada menos que la abolición de la Inquisición. En sólo una noche, realmente, el gran carnicero pero genial estadista hace avanzar un par de siglos el marco jurídico de la vieja España. Esto hace pensar.
De todos modos, más allá de cualquier análisis de este tipo, hay que reconocer que el 2 de Mayo fue un fenómeno más que notable, lleno de episodios de sorprendente valor colectivo. Un memorable capítulo de la historia europea que en muchos sentidos no está todavía bien interpretado, sobre todo por su condición de movilización popular más o menos autónoma, en la que fue el pueblo más llano quien tomó la palabra: trabajadores, mujeres…incluso niños.
Precisamente, el hecho de que en el levantamiento del Dos de Mayo participasen tantísimas mujeres, muchas de ellas jovencísimas, es algo que no ha sido hasta el momento bien aclarado por los historiadores y no es del todo conocido por el gran público.
Por supuesto, en lo relativo a la participación femenina, todos nos acordamos de Clara del Rey y de Manuela Malasaña. Ya son menos los que saben que esta última, que vivía en la calle San Andrés, era tan sólo una adolescente de 17 años (15 según otras fuentes). Y qué decir de Felipa Vicálvaro, que vivía en la Plaza Mayor y que, también, con 15 años fue muerta tan pronto salió de su portal para unirse a la movilización.
O de Benita Pastrana, que con 17 años se lanzó a la lucha y acabó nada menos que con 11 heridas. O María Oñate, herida en los choques de la calle Barquillo, iniciados con un tiestazo certero que mató a un oficial francés. Quizás Benita y María fueron unas de aquellas menudas jóvenes que según cuentan los cronistas se las arreglaban para situarse bajo los caballos de los coraceros y destriparlos sin piedad para hacer caer así al jinete y rematarlo seguidamente.

Pero hay muchas más mujeres en aquellos acontecimientos de Mayo. Muchas más de lo que cabría esperar. Como Benita Sandoval, Ramona García, Blasa Grimaldo, Rosa Martínez, Felipa Pérez, Angela Fernández…Y así hasta completar más de 60 mujeres que según consta murieron luchando en las calles de la Villa y Corte, con nombres perfectamente documentados (¡el 12% del total de bajas ese día fueron en efecto mujeres!). Una cifra totalmente inexplicada e inexplicable, y que representa una absoluta anomalía en el contexto de las revueltas populares habidas en el continente, y quizá en el mundo, hasta la fecha.
Así que, como poco, podemos considerar el 2 de Mayo de 1808 como el primer momento en la historia social europea en el que la mujer de a pie parece cobrar un cierto protagonismo por sí misma.
Queda pendiente que alguien explique por qué participaron tantas mujeres en aquel movimiento. ¿Acaso eran especialmente sensibles frente al significado del afrancesamiento liberal y de sus implicaciones sociales? No tengo ni idea. Pero me parece un tema fascinante intentar explicar qué diablos impulsó a esas jóvenes mujeres a jugarse la vida enfrentándose a los soldados galos (no menos jóvenes que ellas, como he indicado más arriba).