Joludi Blog

Abr 6
El Secreto de los Jenízaros.
Una de mis muchas debilidades, en lo gastronómico, es la baklava, ese tipo de deliciosos pastelillos de hojaldre, mantequilla, frutos secos y miel.
Al igual que el turrón, parece que este dulce tan popular en el mundo...

El Secreto de los Jenízaros.

Una de mis muchas debilidades, en lo gastronómico, es la baklava, ese tipo de deliciosos pastelillos de hojaldre, mantequilla, frutos secos y miel.
Al igual que el turrón, parece que este dulce tan popular en el mundo árabe tiene un origen militar. Por lo visto era una delikatessen con la que en el Imperio Otomano se agasajaba al cuerpo de élite de las huestes del Sultán, los temibles jenízaros.
Una buena baklava es un festín para los sentidos, incluyendo el delicado crujido musical de las capas de hojaldres y la explosión de aromas que se liberan al primer mordisco. Es una sinfonía de sabores y texturas perfectamente articuladas: piñones, pistachos, cardamomo, agua de rosas, canela, clavo…
Hay gente a la que no le gusta la baklava porque dice que es muy empalagosa y pringosa. Pero eso es que sólo han probado baklava de pacotilla. Allá ellos con su conciencia. Nunca me fiaré de alguien a quien no guste la buena baklava.

Una de las cosas curiosas respecto a esta joya de la repostería es constatar que se trata de un dulce que forma parte de la cocina tradicional de una buena parte de la superficie emergida de la Tierra. Se hace baklava en muchísimos sitios, desde China (parece que fue allí donde nació este dulce y se supone que la etimología está relacionada con la raíz mongola “bagla”, que significa enrollar), hasta Marruecos, pasando por Afganistán, Azerbaiján, Iraq, Siria, Turquía, Chipre…
Dicen que la mejor baklava es la que se encuentra hoy en día en Siria. Pero no necesito viajar hasta allá para disfrutarla. Puedo comprar cuando quiera una cajita de maravillosa baklava en varios lugares de Madrid, por ejemplo en un estupendo café árabe de la calle Blasco de Garay de Madrid, semiesquina a Alberto Aguilera. Allí venden la soberbia baklava que elabora desde hace más de 100 años la familia Abou Haider, propietaria de una famosa pastelería de Damasco. Su producto está causando furor en Estados Unidos.
Cuando se prueba una baklava de esta suprema calidad, se comprende el secreto de la fortaleza y bravura de los legendarios jenízaros. Se descubre cuál era la razón por la que en realidad luchaban aquellos brutotes.
Las cajitas de Baklava Haiden que venden en Blasco de Garay, además, tienen un precio más que razonable. Pesan unos 400 gramos y cuestan 9 euros.  Una minucia en comparación con los placeres que encierra cada cajita. Esa cifra de 9 euros no justifica en absoluto el proverbio turco que dice “no soy tan rico como para comer baklava a diario”.
Ni mucho menos.