
Gianni Morandi y Ronaldinho.
Cuando yo era niño, recuerdo bien que a mi madre le gustaba mucho el cantante Gianni Morandi. De eso ya hace muchos años.
Sin embargo, veo las imágenes de Morandi en los carteles publicitarios que llenan los muros de Milán, y me sorprende que sigue siendo el mismo. El tiempo no parece haber pasado por él. Cosa de brujas.
Morandi es un caso curioso de vitalidad. Tiene 70 años y mantiene una energía envidiable. Por lo visto sigue corriendo maratones, y está preparando su inscripción en el de Nueva York.
Otro caso de vitalidad prodigiosa es el propio Berlusconi. Ayer se presentó inesperadamente por las calles de Milán y casi me doy de bruces con él. Al igual que yo, y a la misma hora que yo, debió pensar que había que aprovechar la tarde soleada y la temperatura óptima para darse una vuelta por los alrededores de Piazza Babila. Allí hizo una ostentación de energía en medio de un baño de multitudes. Se subió encima de un coche con una agilidad sorprendente y saludó a los enfervorizados seguidores que gritaban pidiéndole…¡que contratase a Ronaldinho!
Hay que investigar qué es lo que produce la vitalidad de Morandi y de Berlusconi. Algún secreto debe haber. Qué se yo. Será la fragante albahaca de la salsa de pesto. Algún tipo de funghi. Los helados maravillosos de straciatella y tiramisú como los que te sirven en el Chocolat, de Piazza Cadorna (los mejores del mundo sin discusión). No tengo ni idea. Pero algún secreto debe haber.
Si Berlusconi gana las elecciones (que las ganará, como sabremos mañana, porque hoy se sigue votando aquí) será en todo caso por energía. El votante italiano quiere eso, energía y vitalidad. Está harto de la ingobernabilidad del país y de la imagen gris, mediocre y resignada que proyecta la izquierda italiana. Al menos, Berlusconi, les parece que aportará vitalidad y fuerza al gobierno de Italia. Y con eso les basta. Es curioso que se espere eso de un hombre que ya supera los 70 años.
Recuerdo una escena de Caro Diario, de Moretti, en la que el protagonista le suplica cómicamente a D'Alema que reaccione, que diga cualquier cosa, que no se quede mudo ante la avalancha dialéctica de la derecha.
Pero parece que eso es imposible. D'Alema ha tenido incluso la debilidad de hacer una bromita parafraseando el “Yes We Can” de Obama y diciendo “Yes Week End”, para enfatizar el mucho tiempo libre que le quedará si pierde las elecciones y lo bien que se lo pasará en ese supuesto. Es imperdonable esta memez.
En cuanto al Partido Socialista Italiano, ha hecho una campaña rarísima, con unos spots que mostraban a unos personajes como los de Jesucristo Superstar y donde se decía solemnemente: “El fué el primer socialista de la Historia”. Una cosa asombrosa. Al ver estos spots he tenido que frotarme los ojos para no pensar que estaba soñando. Luego me han explicado un poco la estrategia detrás de esta campaña. Pero me sigue pareciendo rarísimo.
La Iglesia italiana ha protestado enérgicamente contra estos spots anacrónicosy disparatados del Partido Socialista, a los que considera blasfemos. Y hay que andarse con ojo al respecto. (Conviene recordar, aunque muy poca gente lo sabe, que la Iglesia Católica italiana, a partir de una normativa que está en vigor desde los años 40, excomulga de facto a cualquier votante comunista o a cualquier votante de un partido que ataque a la Iglesia.)
Así que frente a la languidez y la resignación de la izquierda y del centro izquierda, el votante italiano optará por Berlusconi, ese Gianni Morandi incansable de la política. Y ese votante soñará conque, al menos, il Cavaliere será capaz de fichar a Ronaldinho,