Joludi Blog

Abr 15
El privilegio de tener un Pedretti.
Italia es un país único.
Estos días he podido disfrutar viendo un nuevo formato de teletienda en los canales locales de Lombardía. La particularidad es que en esos espacios, emitidos a altísimas horas de la...

El privilegio de tener un Pedretti.

Italia es un país único.

Estos días he podido disfrutar viendo un nuevo formato de teletienda en los canales locales de Lombardía. La particularidad es que en esos espacios, emitidos a altísimas horas de la madrugada, no venden aparatos de gimnasia ni cacharros para cortar los pepinos y las zanahorias como sucede en culturas más primitivas del tipo de la norteamericana o la británica. Lo que venden en esas teletiendas lombardas son auténticos cuadros, a precios que oscilan entre los 4.000 y los 6.000 euros. Un modelo de negocio creo que sería impensable en culturas que no tengan la tradición artística de ese país, combinada con el proverbial ingenio y sentido comercial de los italianos.

Durante varios días, he contemplado fascinado cómo se hacían las ventas en esas teletiendas. Algo inefable. Un presentador avispadísimo comentaba primeramente, de una forma superficial, como si no fuese necesario extenderse mucho, las maravillas del cuadro y su autor. Y lo hacía con una distante seguridad chulesca, con una especie de sentido de la superioridad elitista maravilloso. Vendía las obras con verborrea, pero sin concesiones. Con autoridad. Un poco como mirando por encima del hombro a los pobres desgraciados que aún no habíamos captado la oportunidad de llevarnos a casa un Pedretti.

Sí. Un genuino Pedretti. Porque durante esta semana, los cuadros que promocionaban eran unos fistros insuperables, perpetrados por un tal Pedretti, al que no conoce ni su padre, pero que el vendedor/crítico de arte presentaba como si fuese el mismísimo Francis Bacon, haciéndote sentir que tú eras un verdadero platelminto por no conocer a tan excelso artista.

–¡Miren este otro Pedretti!. Qué potencia gestual. Qué absoluta obra maestra. Pero no piensen que va a seguir aquí mucho tiempo. Ni mucho menos. No se venden los Pedrettis así como así. Y muchísimo menos con este descuento increible del 40%. No se vayan a creer que puede durar mucho esto. No podemos estar con esta oferta toda la vida. El que quiera aprovecharse de la posibilidad de tener un genuino Pedretti que llame ahora, o que se olvide para siempre. ¡Sí, que se olvide para siempre de tener una absoluta obra maestra de esas que valdrán 100.000 euros dentro de un par de años. O 200.000 euros. Qué se yo. No hay dinero para pagar esta creación, esta potencia gestual, esta obra maestra indiscutible. Lo he dicho ya y no lo voy a repetir otra vez.

Y así todo el rato. Me he reído sólo en la cama del hotel durante largos ratos viendo a este pícaro genio de la teletienda artística. El si que es una “absoluta obra maestra”. Y lo suyo sí que es “potencia gestual”.

En cuanto al tal Pedretti, como era de esperar, no he encontrado ni rastro en mis pesquisas. Vaya usted a saber quién diablos puede ser ese “genio indiscutible”, “muestra suprema del arte contemporáneo”.